“La flecha de oro” de Joseph Conrad


La lectura de “El final de la cuerda” me dejó tan satisfecho que me propuse convertir a Joseph Conrad en uno de mis habituales. Y si la pandemia no se hubiera metido por en medio, tal vez lo hubiera conseguido. Tal como están las cosas, he tardado mucho en volver a este autor y esta vez la experiencia ha sido totalmente opuesta.

Dice la sinopsis:

“Un «joven Ulises», aún ignorante «no tanto de lo que la vida puede depararnos […], sino de lo que la vida contiene en realidad», coincide con una dama vasca, doña Rita, rica y bella viuda de un pintor parisino, por quien los hombres confabulan, enloquecen y se baten. Uno de esos hombres ha sido el mismo pretendiente don Carlos de Borbón, otro será el héroe sin nombre de la novela, que se embarca, por una causa en la que no cree, «con una suerte de desesperación obstinada y sin remedio, como un hombre aceptablemente honrado que se diera a la bebida», en una peligrosa aventura de contrabando de armas. ”

Dicho así, uno parece que se va a encontrar una historia de aventuras centrada en el contrabando de armas durante las guerras carlistas, que deparará algunos momentos de emoción, permitirá aprender algo sobre estas guerras, de las que casi nada me enseñaron en el instituto y, con un poco de suerte, se presenciará alguna de esas magníficas descripciones del mar y de tormentas de Conrad.

Grave error. “La flecha de oro”, más que una novela de aprendizaje, es una novela romántica. De las expediciones de contrabando, sabemos que tienen lugar, pero no se nos describen. En líneas generales, la mayor parte de la novela transcurre en conversaciones entre el joven marino y su amada. De hecho, más que en conversaciones, en detallas descripciones de los estados de ánimo del protagonista: en como se queda traspuesto, mirando a doña Rita y el embeleso que le provocan cada una de sus palabras y cada uno de sus gestos. Y eso que es más bien hierática.

Hablando en plata, más que “una sutil, alambicada, sardónica novela de aprendizaje” “La flecha de oro” es una novela romántica. Estoy convencido de que la literatura romántica está tan subestimada como la de ciencia ficción. Nadie discute que Jane Austen fue una gran escritora y escribía novelas románticas. A pesar de ello, el exceso de retórica y de cursilería de este libro resultan cargantes, agravados por la costumbre de los protagonistas de andarse con indirectas y sobreentendidos, decir cualquier cosa menos lo que de verdad pretenden, andarse con símiles no siempre comprensibles y que se repita hasta la extenuación la muletilla que define a cada personaje.

Quizá no sea el mejor libro para leer un rato por las noches, antes de dormir.

Si lo he acabado ha sido porque, justo en los momentos en que ya no lo soportaba más, Joseph Conrad hacia alguna demostración de su genio, algún personaje ganaba una vida extraordinaria, uno de sus monólogos era cautivador o alguna descripción era tan acertada que se me clavaba en la retinas de la imaginación. Y el final, a su modo peculiar, es bastante emocionante, lástima de la segunda nota (esto es una historia entre dos notas) en la que los dos protagonistas se empeñan en ser infelices, uno por orgullo y otra por un remordimiento sin sentido.

En fin, sigo pensando que Joseph Conrad es un gran escritor, pero nunca me había resultado tan cargante.

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