"Elantris" de Brandon Sanderson






Brandon Sanderson, junto con Joe Abercrombie, es el escritor de fantasía más popular entre el público español, en la actualidad. Eso, al menos, parecen indicar los escasos blogs de literatura fantástica que siguen en activo. George R.Martin y Patrick Rothfuss escriben demasiado despacio para competir por el título. Steven Erikson lo lleva mejor, pero sin exagerar.

“Elantris” fue su primera novela publicada.

Elantris, en el reino de Arelon, era una ciudad poblada por gentes que habían sufrido la “Shaod” un proceso que les deja la piel de un tono plateado y otorga poderes mágicos y la práctica inmortalidad. Sin embargo, diez años antes del comienzo de la novela, ocurrió algo que convirtió a los elantrinos en una especie de muertos vivientes, de escasas fuerzas, eterno apetito, cuyas heridas nunca se cierran y a los que el dolor del más inofensivo traspiés perdura eternamente.

Elantris se ha convertido en una especie de leprosería, regida por varias bandas criminales a la que arrojan a los nuevos afectado por la Shaod. En las cercanías de la ciudad se ha constituido una nueva aristocracia, en la que los títulos nobiliarios y la posesión de tierras se determinan por la cantidad de dinero devengada y sujeta a impuestos a fin de año. El príncipe heredero de la nueva monarquía Raoden, es víctima de la Shaod, se le declara muerto y es arrojado a Elantris, lo que convierte en viuda a su prometida, la princesa Sarene, que, sin embargo debe permanecer en Arelon para mantener la alianza entre sus reinos, a la vez que llega Hrathen, un sacerdote de una teocracia que se está expandiendo militarmente, con el encargo de convertir al país a la religión Dereth Shu en el plazo de tres meses, o sus fuerzas armadas destruirán la ciudad.

El libro se compone de 3 partes. La primera, a su vez, se compone de capítulos dedicados a cada uno de los protagonistas, por riguroso turno: Asistimos a los esfuerzos de Raoden, inasequible al desaliento, por devolver la paz y las ganas de vivir a los Elantrinos y convertir Elantris en una ciudad autosuficiente y a los de Sarene por crearse una posición en Arelon, mientras libra su particular batalla por el alma del país con Hrathen y a las maniobras de este. En la segunda parte, se mantiene la estructura, pero la longitud de los capítulos se adelgaza, aparte de que los protagonistas empiezan a relacionarse más entre ellos y eso permite prolongar las escenas entre capítulos y, en la tercera, el clímax, los capítulos se reducen a la mínima expresión, a la vez que se amplia el reparto, conformando un conjunto de escenas muy corta, que terminan siempre con los protagonistas a punto de morir o justo antes de tener una gran revelación.

La primera parte es correcta, quizá excesivamente morosa, la segunda es más animada y la tercera es muy, muy precipitada. Y eso que Brandon Sanderson parece obsesionado con la sincronización del relato. Si al final no me he confundido, todo el libro transcurre en menos de dos meses. Resulta poco creíble todo lo que Sarene o Raoden, sobre todo éste último, son capaces de hacer en tan poco tiempo. O como alguien puede darse cuenta por si sólo de que se produce un cierto ruido, siempre el mismo día de la semana, en poco menos que mes y medio.

Un antiguo conocido, de gusto execrable, adicto a las películas de acción, repetía de vez en cuando que alguna película y la serie de televisión “Águila roja” estaban bien “para ser españolas”. No puedo estar más en desacuerdo: cualquier artificio de ficción está bien o está mal, siempre para el gusto del que opina, pero nunca por su nacionalidad. Creo que a los aficionados al fantástico nos pasa algo parecido. Ya he leído varias obras que me habían creado unas expectativas tremendas por los comentarios que he leído, pero que luego me han dejado vagamente decepcionado. Creo que con “Elantris” pasa algo parecido, se la valora más por romper los clichés del género fantástico que por su valor intrínseco.

En “Elantris” no hay un antiguo mal que resurge para poner en jaque a una improvisada alianza de hombres y otras especies. En su lugar, el objetivo está puesto en las intrigas, las maniobras políticas y los personajes. ¿Y como son los personajes? Raoden es bueno, increíblemente bueno. Tiene sentido del humor y es consciente de sus limitaciones, lo que lo humaniza, pero hacía años que no me encontraba un personaje tan mesiánico en un libro moderno. No es que sea el Capitán América, es que es el puñetero Jesucristo. De Sarene no sé que pensar. Es fuerte, inteligente, inquisitiva … pero parece muy obsesionada en quedarse para vestir santos. No sé si será un intento de Sanderson de ser realista y reflejar como debe ser la mentalidad de una persona criada en una sociedad como la descrita o si está exponiendo sus propios prejuicios. Seguro que por la red hay alguno que la tilda de feminista radical, pero es una feminista radical que parece pensar que una mujer no está completa, a menos que pase por el altar.

Hrathen, el supuesto villano, es de lejos el personaje más interesante. Lejos de ser un fanático, tiene sus problemas de fe y es un hombre que prefiere evitar la violencia siempre que puede, capaz de recurrir a trucos sucios, pero no de disculparlos en su conciencia.

Eso no quiere decir que no me gusten Raoden o Sarene. Raoden puede ser muy perfecto, pero no por ello es menos admirable su optimismo inquebrantable, su capacidad de trabajo o su compromiso ético. Los dos se hacen simpáticos. No puedo decir lo mismo de otros personajes secundarios, diseñados expresamente para serlo, como un par de niños supuestamente encantadores.

El estilo es sencillo y medianamente eficaz. La filosofía que subyace, en esta novela, es que no hay “elegidos” predestinados, sólo seres humanos que se lo tienen que currar. La ambientación no carece de atractivo. La tercera parte engancha por completo, a pesar de que se le vean los hilos, quiero decir nunca una sucesión de cliffhangers me pareció narrada de un modo tan teatral y rutinario, pero a pesar de su artificiosidad consiguió atraparme, igual que el modo peculiar en el que encajan las piezas al final. De hecho, consiguió que se renovaran mi interés por la obra de Sanderson, interés que se había ido apagando a lo largo de la lectura. Sin embargo, en conjunto, “Elantris” me ha parecido una novela primeriza, trufada de buenas ideas y buenas intenciones, pero no plasmadas con eficacia. Y demasiado larga.

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