“La rueda celeste” de Ursula K. Le Guin


 
Retomamos la normalidad, así que puedo volver a surtirme de clásicos en la biblioteca, al mínimo riesgo de pillar la viruela del mono.

Novela de ciencia ficción, aparentemente fuera del ciclo del Ekumen, “La rueda celeste” empieza en un mundo superpoblado y falto de alimentos en el que George Orr es obligado a recibir asistencia psiquiátrica, después de descubrirse su abusivo consumo de drogas. George Orr en realidad, las consume para evitar los sueños, porque,en ocasiones, sus sueños se convierten en realidad. Orr vive aterrado por la responsabilidad que esto supone, sobre todo desde que uno de sus sueños borró de la existencia a una tía, que pasó a estar muerta desde hace años.

El doctor que le asiste, Haber, ha desarrollado una máquina inductora de estados oníricos, bajo cuyo influjo es capaz de provocar que sus sueños siempre sean efectivos, que es justo lo que hace, después de sugestionarle mediante hipnosis, para hacerle soñar lo que Haber quiere. Sólo las personas que están presentes en la sesiones de terapia son conscientes de la alteración de la realidad. La primera vez que el doctor induce un sueño a Orr, lo hace sólo para demostrarle lo absurdo de sus temores, pero cuando comprueba que las afirmaciones de su paciente son reales, se embarca en una cruzada para intentar arreglar el mundo.

A pesar de no haberlo leído ese relato, creo que hay algo de “La pata del mono” en esta novela. Haber apela al subconsciente de Orr para que este mejore el mundo, pero el subconsciente es irracional y amoral. Las soluciones que aporta el subconsciente de Orr pueden ser discutibles: acaba con los prejuicios raciales volviendo grises a todas las personas, o directamente hacen más mal que bien: para acabar con la superpoblación provoca una plaga que extermina a la mayor parte de la humanidad.

La verdad es que ya he contado demasiado y se trata de una novela más bien corta, en la que, sin nunca apresurarse, ocurren muchas cosas, incluyendo algunas sorpresas brillantes. La novela es modélica en ritmo y estilo, nada sobra ni falta. Los personajes están bien caracterizados, sin incurrir en el exceso de caracterización. Sus reacciones a la inverosimilitud que les toca vivir son creíbles: negación, incredulidad, shock…

A pesar de su calidad, me resulta más difícil desentrañar cual es exactamente el mensaje de la novela y lo que ella me parece. Hay un conflicto entre dos hombres y dos modos de entender el mundo (el personaje femenino, la abogada con la que Orr se pone en contacto para intentar escapar al control de Haber no es demasiado relevante) Orr no cree que el mundo deba ser mejorado, sino aceptado y, culpabilidades aparte, le aterran los efectos colaterales o imprevistos que puedan tener sus sueños. Creo que en “La costa mas lejana” Ged le da un consejo parecido al futuro rey de Terramar: le aconseja que nunca haga nada a menos que sea inevitable, así que puede que este miedo formara parte de las creencias de Le Guin. Para Orr, su poder, como mucho, debe ser una especie de mecanismo de seguridad que sólo sea empleado en situaciones de emergencia.

Haber, en cambio no concibe que se disponga de ese poder y no se utilice para el bien de la humanidad. No cabe duda de que Haber se aprovecha de Orr, sus primeras sugestiones le convierten en una figura rica y poderosa, pero es importante resaltar que las intenciones de Haber son nobles, su interés por el bien de la humanidad es sincero. Tampoco cabe duda de que Haber es el malo de la película. Es bastante arrogante y repelente: confunde y manipula a los que le rodean con pedantes excesos verbales y lo hace conscientemente. Lo peor es que menosprecia y desestima todas las objeciones que le plantean otras personas sin analizarlas con el más mínimo respeto.

Lo que tal vez sea el único problema que le veo a la novela. Haber es una especie de parodia del hombre occidental, más probablemente, el hombre de ciencia occidental, tan obsesionado por dominar el mundo que aspira a comprender que, en el fondo, lo ignora. Esa parodia devalúa el posible conflicto, porque enturbia lo que pueda haber de noble y sensato en sus motivaciones, convirtiéndolo en el enésimo enfrentamiento entre el bien y el mal.

Como ya digo, no estoy muy seguro de lo que la autora pretendía transmitir en esta recomendable novela, aparte de lo peligroso que es concentrar en un sólo hombre una gran cantidad de poder y de que no existen soluciones fáciles. El mundo que Haber acaba construyendo y por el que siente un gran orgullo, tiene mucho de pesadilla.

Una nota personal: mi disfrute de la novela se ha visto muy entorpecido por una traducción que, a veces, lindaba con lo incomprensible. No me lo explico. Ya lo he devuelto, voy bastante atrasado en mis lecturas, pero, en la sobrecubierta, ponía Minotauro y creo recordad que, antes de que lo adquiriera Timun Mas, Minotauro era un sello reconocido tanto por la calidad de su catálogo como por la de sus ediciones. ¿Pudiera ser que la sobrecubierta encubriera un ejemplar de otra edición? No es tan descabellado como suena, ya me ha pasado, una vez incluso descubrí, al llegar a casa, que la sobrecubierta encubría un libro distinto, aunque, al menos, del mismo autor.

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