"Bocadáver y otras autobiografias" de John Langan


 
En esta antología, el autor de “El pescador” reúne una serie de cuentos que, poco o mucho, están relacionados con su propia vida. Por ejemplo, la relación de los narradores con su padre, casi siempre difícil aunque nunca reñida con el afecto mutuo, vertebra muchos de los relatos, igual que el duelo, los recuerdos de la infancia (con una curiosa afición por los juguetes de monstruos o robots gigantes), las fiestas de Halloween, los amores adolescentes, los conciertos, las vacaciones de verano, Laird Barron… Los escritores de terror de EE UU parecen una comunidad muy unida y en las notas en las que John Langan explica la inspiración de sus cuentos, el nombre de Laird Barron aparece frecuentemente, hasta el punto de que uno de los más largos, “Ancla” está inspirado en su amistad y convivencia. No tiene mayor importancia, pero se me ha hecho curioso, por la coincidencia de que el anterior libro de “llamémoslo terror” que leí, era de Laird Barron.

En muchos de los cuentos aparecen referencias a una ciudad erigida junto a un mar de aguas negras y a sus siniestros guardianes, con máscaras de pájaros, así que podríamos decir que “Bocadáver” comparte el mismo universo que “El pescador”. Esta última obra, en muchos aspectos, me encantó, pero me pareció una novela muy irregular. Me aterró más su descripción del duelo, por lo sincera y humana que resultaba, que sus brujos y sus metamorfos anfibios, aunque había cosas fascinantes en sus elementos mágicos y sobrenaturales. Con esta antología me ha resultado un poco lo mismo, los relatos son muy desiguales. Algunos son muy buenos, otros no, ninguno es perfecto. En muchas ocasiones explica demasiado las cosas, lo que puede llegar a ser el peor enemigo de una historia de terror, cuando tienen que meterte con calzador unas cuantas explicaciones para que se entienda lo que pasa, pecado del que se acusa a menudo a las historias de ciencia ficción. Es el caso de “Sombra y sed” o “Pesca con espejos”. Otras veces, el elemento sobrenatural que aparece al final es de tan poco octanaje que no sé porque Langan se molestó en escribir la historia. Es lo que pasa con “Kore” el relato que abre el volumen, que no es mas que la descripción de las celebraciones de Halloween que él y su mujer montaban para los compañeros de colegio de sus hijos que vivían en barrios peligrosos. También ocurre con “Las fauces abiertas de Caribdis” por mucho que homenajee a Lovecraft. O con “Monstruos caseros”, aunque allí le salva los papeles la humanidad de la historia principal, la historia de un niño que no consigue apartarse de su compañero de juegos, a pesar del desprecio o incluso la crueldad con que este le trata. O el relato final “Caoineadh” una recreación del mito de la Banshee, que definiría como brillante … de no ser por las 6 primeras tediosas páginas, en las que el narrador rememora los veranos de su infancia de un modo totalmente innecesario: el cuento es una transcripción de una historia de la propia infancia de su madre ¿no podría haber empezado directamente por ella? ¿Qué necesidad había de la pormenorizada descripción de las casas en que veraneaban?

Langan además tiene algunos rasgos de estilo de los que no sé que pensar. La mayoría de los cuentos parecen narrados por la misma persona, aunque sus profesiones y biografías cambien y puede mostrar cierta obsesión con las marcas (de coches, de whiskeys) que encuentro un poco agotadora, aunque reconozco que a aporta credibilidad. Su uso de las convenciones de las historias de miedo es a veces … muy convencional. Está a punto, muy muy cerca de conseguir una voz personal. Pero algo le falta.

Aún así, un puñado de relatos son muy buenos. A los ya citados “Caoineadh” que, quitando el prólogo, está muy bien hay que añadir “El suplemento” en el que vuelve a tratar la pérdida y es estremecedor. Ya hemos visto en la literatura fantástica esas fugas de tragedias personales hacia otros universos en los que las cosas salieron de modo distinto, pero eso no quita lo modélico del relato. “Fuera de casa, vigilando los cuervos”, es un gran relato de horror cósmico, muy Lovecraftiano, pero sin imitar a Lovecraft y con una sensibilidad moderna. Los platos fuertes, el propio “Bocádaver” y “Anzuelo”, lo más extensos, son irregulares, como irregular resulta la antología, en general.

Curiosamente, a pesar de mis palabras anteriores, es el apartado cotidiano el que preside las historias que mejor funcionan. Langan se dá bastante maña cuando describe relaciones tóxicas, primeras citas y reuniones de ex alumnos. Sus sentidas descripciones de la vida cotidiana pueden ser más interesantes que sus monstruos. Habla con sentimiento de los sentimientos, pero sin ser sentimental. A veces pensaba que, si tuviera que definir el género de este libro, más que de terror debería decir que “slices of life”.

Comentarios

  1. Le puse como etiqueta John Langa a "El pescador"... Pues así se va a quedar

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