"Las estrellas son la Estigia" de Theodore Sturgeon


Esto no va ser una reseña en condiciones, porque no sé como valorar esta antología.

Algunos años antes de que empezara con este blog, me obsesioné brevemente con Theodore Sturgeon, a raíz de la lectura de la antología “La fuente del unicornio”, que, siendo sinceros, sólo adquirí porque la estaban saldando. Con rapidez, me hice con las antologías “Caviar” y “El regreso” y con la novela “Más que humano”. Ahí quedó todo, sabía de la existencia de “Las estrellas son la Estigia”, pero, en aquel momento, resultaba imposible de encontrar, incluso en tiendas de segunda mano. Además, “Caviar” me encantó, pero “El regreso” me pareció más flojilla, apenas recuerdo un par de relatos y “Más que humano”, aunque partía de una premisa muy atractiva, me resultó bastante decepcionante como novela, o incluso como antología de novelas cortas.

De todos modos, Sturgeon es más recordado por sus relatos que por sus novelas, que, como curiosidad, incluyen varias novelizaciones de películas del oeste. Existe un premio Sturgeon que galardona al mejor relato del año. Es el tipo de autor que entusiasma a escritores, como Ray Bradbury o Stephen King. Por lo general, sus historias tienen un cierto aire a “Twlight zone”: transcurren, o en el momento en que fueron escritas, o en un futuro tan cercano que es indistinguible del presente. Utiliza a menudo la figura del alienígena para poner en solfa los prejuicios de la época, o como metáfora del aislamiento, la soledad del “outsider” que no consigue integrarse en la sociedad.

Había oído cosas mu buenas de esta antología, así que sólo puedo sentirme decepcionado. Los años no pasan en balde y los gustos lectores evolucionan, supongo. De Sturgeon se dice que, a contra corriente de lo esperado en las revistas en que publicaba, apostaba suicidamente por el estilo. Si me hubieran preguntado en mis años devotos, hubiera dicho que se alejaba por completo de mis gustos, que se inclinaban un estilo más sutil y transparente, pero que, a pesar de no encajar con mis preferencias, era increíblemente bueno. Hoy día, ya no me parece tan artificioso, pero tampoco me parece tan bueno. La traducción no ayuda. Quizá sea culpa mía, lo crean o no, el buen lector debe poner de su parte para disfrutar de un libro, debe saber adaptar sus expectativas a la forma de expresarse y de contar historias del autor y dejarse llevar. Cuando lo haces, entiendes realmente lo que el autor quiere decir y lo disfrutas doblemente. Creo que, en los últimos años, he empezado a perder el “oído”. Sólo en los últimos relatos me ha parecido volver a cogerle el pulso a la prosa de Sturgeon.

Para acabar de liarlo todo, Sturgeon se mete a menudo en camisas de once varas. Quizá fuese la sombra alargada de John W. Campbell y su obsesión con dar explicaciones científicas. O, tal vez, pensaba que para que le publicaran en una revista de ciencia ficción, sus relatos debían incluir ciencia, aunque careciera de conocimientos para ello. Sturgeon se monta unos líos espantosos intentando explicar la teleportación, los desórdenes de personalidad múltiple o las tecnologías que aparecen en sus relatos, cuando, ni le importaban ni estaba cualificado para ello.

(Eso espero, por lo visto la psicología le interesaba mucho. A pesar de ello, la explicación que se busca para los casos de personalidad múltiple es tan demencial que deja en pañales lo de los macro electrones de Cixin Liu en “Esfera luminosa”. Si en su época alguien lo contempló con seriedad, tendré que alinearme con los que defienden que la psiquiatría no es realmente una ciencia, que siempre me habían caído bastante mal)

En una de las introducciones de sus relatos, aboga por adentrarse en el “espacio interior” en vez de “el espacio exterior” con palabras sorprendentemente parecidas a las de J.G. Ballard. Una pena que no lo hiciera, o no le dejaran hacerlo. En ocasiones, hay en sus relatos momentos conmovedores, cuando trata las relaciones humanas y los sentimientos. Eso si que se le daba bien. Si el relato “Las estrellas son la Estigia” me ha impactado, no fue por ese macroproyecto de ¡6000 años! De enviar exploradores al espacio exterior para construir una especie de esfera teleportadora mágica, mientras los ciudadanos de la Tierra se tocan los huevos y se cuidan de no realizar ningún avance, si no por su trágico final aunque ese esquema empleado del relato lo haya visto mil veces (narrador intenta hacer algo bueno por otra persona, pero no sólo no lo consigue, si no que al final sólo puede vengar su muerte)

A título personal, añadiré que en varios relatos parece que le traicione el subconsciente y se deje llevar por sus fantasías. Es peculiar lo convenientes que pueden llegar a ser algunos de sus visitantes de otras estrellas. Esos simbiontes psíquicos que explican a los niños como portarse bien, esos otros que promueven y ayudan a gestionar las relaciones ternarias, esas mujeres hermosas que reclutan como astronautas (y como maridos) a hombres neuróticos con pocas habilidades sociales y físicos mediocres, probablemente aficionados fanáticos de la ciencia ficción. Esas exiliadas, también increíblemente hermosas, cuyo modo de ayudar a la humanidad consiste en apadrinar y proteger a sus maridos humanos … todo muy conveniente. Me resulta imposible decir si le estaba traicionan el subconsciente o si se limitaba a plasmar en tinta las fantasías de su posible audiencia.

Tras esta ristra de comentarios negativos, llega la disculpa de rigor, que la mayoría de autores se merecen. No puede decirse que la antología sea aburrida en ningún momento

Aunque no me haya entusiasmado, es una lectura bastante agradable, especialmente recomendable a los nostálgicos de las primeras épocas de la ciencia ficción, con su puntillo de ingenuidad y su puntillo de absurdo.

Comentarios

  1. Como curiosidad, Theodore Sturgeon llegó a vender tres guiones de la serie original de Star Trek
    "Amok Time," "Shore Leave," and "The Joy Machine.", aqunque el tercero no llegó a filmarse.

    Es algo que me extrañaba, pues un autor supuestamente muy literario, no parece el más adecuado para escribir un guión televisivo, en el que el estilo del narrador es irrelevante. “Amok Time” es el episodio del periodo de celo de Spok que siempre me pareció una genialidad.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

“El despertar del leviatán” de James S. A. Corey

“El problema de los tres cuerpos” de Liu Cixin