"La soledad de Dickens" de Dan Simmons



5 años antes de su muerte, Charles Dickens sufrió un accidente ferroviario que estuvo a punto de costarle la vida. Poco después, le relatará a su amigo y colega, Wilkie Collins que vió una extraña figura paseándose entre los heridos y moribundos, que se presentará a si mismo como Edwin Drood. A lo largo de los siguientes años, la presencia entrevista y rumoreada de Edwin Drood, aparentemente un cabecilla del submundo criminal, dotado de grandes poderes hipnóticos, señor de una reino subterráneo que se extiende bajo las alcantarillas de Londres y sacerdote del culto a los antiguos dioses egipcios, acosará la vida de los dos escritores, sobre todo la de Wilkie Collins, aunque será el germen de la última e inconclusa novela de Dickens.

Como acostumbra a hacer, Dan Simmons se ha documentado muuucho, y se asegura de que se note. Eso quiere decir que, sobre todo al principio, el discurso narrativo se interrumpe continuamente para contarnos alguna anécdota de Dickens o Collins (con fechas y direcciones), introducir un fragmento de alguna carta, citar alguna de sus obras, o dedicarse a analizarlas.

Porque, por encima de todo, elementos terroríficos aparte, esta es una novela sobre Charles Dickens y Wilkie Collins. Esto no es una crítica, es una aclaración. Quien se lo compre solo porque es de Dan Simons que es un pope de la literatura fantástica, se puede llevar un chasco. Pero al que le interese la época, el escenario (el Londres victoriano), y estos dos autores, flipará.

En mi caso, mitad-mitad. Tenía intención de leerme algo de la obra de los dos antes de leerme esta novela, pero al final me han perdido las ganas de leer al Simmons, de modo que de Wilkie solo he leído "El hotel embrujado", y de Dickens un volumen de cuentos de fantasmas que salió hará un año mas adaptaciones al cómic de mi niñez de "David Copperfield", "Oliver Twist", y una lamentable condensación de "Bleak House" que me hicieron leer en clase de inglés, así que seguramente me he perdido un montón de guiños y referencias a sus obras, de las que no soy fanático precisamente. Sin embargo, los dos resultan lo suficientemente interesantes como personajes e incluso fascinantes, para que los hechos de sus vidas resulten de interés, y Simmons es un narrador muy hábil, que se apaña para mantener el interés.

Uno podría quejarse del tono demasiado episódico de la intriga. A fin de cuentas Simmons está engarzando su ficción en lo que se sabe de las vidas de dos personajes reales, de modo que la trama parece estancarse en las descripciones de sus giras y montajes teatrales, para luego de repente, cuando encuentra un hueco asestar un golpe de efecto al lector, darle un susto de ataque cardiaco o introducir momentos de delirio decimonónico.

A partir de la inmersión de Wilkie Collins en la oscuridad y la locura, resulta casi imposible despegarse del libro. Y digo casi. En ese momento Wilkie Collins se apodera de la novela, diría yo que a pesar del título de la edición española, la cantidad de paginas dedicadas a Wilkie Collins es mayor que las dedicadas a Charles Dickens. Y en ese momento empezó a caerme como el culo. Para que una novela sea buena, no es necesario que el protagonista te caiga bien, ni que te sientas identificado con él, lo que cuenta es que esté bien caracterizado y que se comporte de un modo coherente. El Wilkie Collins de Simmons cumple todas estas expectativas, pero llegó un momento en que empezó a resultarme desagradable sumergirme en la psique de este señoritingo mimado, egoísta y bien pagado de si mismo, amén de envidioso y de estar como una cabra. Ignoro si el Wilkie Collins real será así o no, pero es como me ha resultado el personaje ficticio. Y sin embargo cuanto mas desagradable me resultaba mas enganchado estaba.

Al final los supuestos elementos fantásticos resultan una especie de válvula de escape, que relaja brevemente el ambiente a fuerza de adrenalina, para permitirnos leer el resto de sus partes, que es una novela sobre dos escritores en particular, pero también sobre todos los escritores y su proceso creativo y que resulta tremendamente amarga y desoladora. El final, a mi personalmente me ha resultado predecible, pero, una vez mas, eso no es malo. Me ha resultado predecible porque es coherente con lo narrado y ha sido apuntalado a lo largo del camino, y tal vez a lectores menos empedernidos les resulte sorprendente. Y no es un final agradable . Simmons no hace concesiones, se niega a reconfortar al lector, no hay final feliz, ni redención, ni respiro que lo haga mas liviano.

En fin, poco queda por añadir. Lo que parecen fallos obvios (exceso de información que ralentiza la acción y ritmo demasiado moroso de la trama principal, que parece que no avanza por mas que pasen las páginas), pero eso es ponerse académicos. Lo que habría que valorar es si esos supuestos defectos la estropean, y no, en mi opinión no restan fuerza ni impacto a esta poderosa novela.

Como curiosidad diré que, a pesar de todo lo que he dicho en su contra, me ha dejado con muchas ganas de leer a Wilkie Collins, sobre todo "Armadale", "La dama de blanco" y, por supuesto, "La piedra Lunar".

Podéis encontrar otra crítica, aquí, escrita por Juan Carlos Planells, que al contrario que yo si sabe bien de lo que habla, pues conoce a fondo ambos autores y escribe bastante mejor que yo. Cometí la desgracia de leerla antes de escribir la mía, y he tenido el fantasma de sus palabras rondando por mi oreja, pensé en eliminar las partes en que me parece que digo lo mismo, pero entonces no estaría dando mi auténtica opinión.

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