Infierno nevado


Dice la cotraportada de este libro: "Fue H.P Lovecraft, la noche de Todos los Santos de 1937, quien primero tuvo la visión de una cohorte de legionarios adentrándose por las ignotas cumbres nevadas de los vascones en busca de antiguas razas y terribles dioses". O mas explícitamente como dice el autor al final: "escribía una carta a su amigo Donald Wandrei en la que le contaba un sueño especialmente vívido que había tenido la noche de todos los Santos [....]el mismo Lovecraft aparecía como el cuestor L. Caelius Rufus, enviado para dilucidar un misterio relacionado con extraños cultos y sacrificios humanos realizados en las montañas por una "Raza Antigua" que tenia amedentrados a los primitivos vascones. Las autoridades romanas deciden intervenir y una cohorte de legionarios es enviada hacia las montañas nevadas para impedir el inminente akelarre.". Menudos sueñecitos que tenía el loco de Providence

Admiro la habilidad para las obras públicas de la antigua Roma. Creo que fue un pueblo de grandes arquitectos y albañiles, pero personalmente siempre he estado a favor de los bárbaros, no puedo decir que sea mi periodo histórico favorito, por mas que la serie de televisión "Spartacus" haga lo que pueda para hacerme cambiar de opinión con su versión de sexo y violencia. Aún así , siempre me han hecho tilín las historias de legiones pérdidas en confines salvajes e incivilizados. Con estos precedentes es difícil resistirse a hacerse con el libro. La pregunta que siempre hay que contestar es: ¿mereció la pena la compra?. En su mayor parte. Infierno nevado es una novela muy entretenida y está bastante bien escrita. Sobra en mi opinión el prologo y el epilogo, que no aportan nada a la historia, e incluso los esfuerzos de Gneo Pompeyo para echar tierra al asunto parecen poco plausibles e innecesarios.

Tal vez haya un exceso de retórica, de abusar de las imágenes y los adjetivos para intentar ser mas impactante, pero aún así la historia funciona muy bien. El pasaje de la partida de la expedición es magnífico. El centurión Arranes es un personaje muy bien construido, gracias mas a sus errores que a sus azañas, sus contradicciones y defectos son los que le humanizan. No así su rival y antagonista Marco Arrio, que no deja de ser el típico villano sádico. Ismael Martinez Biurrun sabe crear ambientes intrigantes y opresivos y dosificar la acción y el dramatismo con buen sentido del ritmo, para mantener la atención del lector a medida que va acelerando progresivamente el tempo narrativo.

El único problema en mi opinión es el final. Se cumple perfectamente aquella máxima que dice que el miedo es mas profundo cuando no vemos la causa de nuestro terror. Lovecraft se las apañaba para salir de esos atolladeros. Las monstruosas revelaciones a las que se enfrentaban sus protagonistas al final de sus relatos eran el cierre adecuado a los mismos, el climax. En cambio, aquí, cuando el monstruo realiza su striptease, su aparición no está a la altura de lo imaginado, su presencia intuida pero oculta resulta mucho mas terrorífica que su realidad, deviniendo en un final al estilo de las películas de Harry Harryhausen

Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Alb:
    ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Infierno nevado":

    "En cambio, aquí, cuando el monstruo realiza su striptease...", jojojo, me encanta la expresión, eso es claridad, me la apropio!

    Je,jeje. Muchas gracias Alb, ya no me acordaba de esta reseña. No sé que le ha pasado a tu comentario, me ha llegado en el correo, pero no lo veo aquí, asíq ue lo pego

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

"Mark" de Robin Wood y Ricardo Villagrán

“La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas” de Neal Stephenson