“Justicia auxiliar” de Ann Leckie



Ann Leckie consiguió hacer realidad en el 2013 el sueño húmedo de todos los aspirantes a escritores de ciencia ficción. Con su primera novela cosechó un gran éxito, ganó los premios Hugo, Nebula, Arthur Clarke y BSFA y entregó un nuevo universo para el disfrute, memorización y escrupuloso análisis de esos fans ávidos de exotismo y secuelos que proliferan por el fandom.

Para aquellos que no se conozcan ya el argumento, que serán pocos, “Justicia auxiliar” transcurre en un escenario galáctico en el que existe un imperio, el Radch, en continua expansión militarista, que no para de anexionarse nuevos sistemas y culturas.

Las naves de guerra del Radch están regidas por inteligencias artificiales con consciencia de sí mismas y emociones. Muchas de estas naves utilizan “auxiliares”. Los auxiliares son seres humanos, habitualmente capturados en campañas militares, cuya personalidad ha sido eliminada, es decir, han sido ASESINADOS y convertidos en periféricos de esas IAS. Los auxiliares, sin embargo, tienen cierto grado de autonomía y personalidad propios, la mente de la nave se compone de la suma de sus partes, incluyendo a los auxiliares.

En sus dos primeros tercios, la novela se compone de dos líneas argumentales paralelas, ambas narradas en primera persona. Una transcurre en el presente. La nave “Justicia de Toren” fue destruida. Lo único que queda de ella es una auxiliar, Esk Una, que busca venganza contra la suprema autoridad del Radcht. La segunda transcurre en el pasado, y nos cuenta los hechos que llevaron a la destrucción de la nave.

En los fragmentos que transcurren en el pasado Leckie se las arregla para transmitir la idea de una mente formada por múltiples yoes, narrando en primera persona sucesos que están ocurriendo a la vez en diferentes lugares. Es un recurso sencillo y elegante, que cumple a la perfección su objetivo, sin resultar lioso.

Otro aspecto curioso, es que en la cultura del Radch el género se considera irrelevante, por lo que la narradora no utiliza pronombres ni calificativos de género, o mejor dicho, sólo utiliza el género femenino, independientemente del sexo de la persona a la que se refieran. Supongo que lo que Leckie quiere decir, es que los hombres y las mujeres somos en el fondo lo mismo. El punto álgido de este discurso llega cuando la protagonista llega a una estación espacial perteneciente al Radch y reflexiona sobre que por fin puede dejar de intentar diferenciar el sexo de las personas con las que trata (al parecer, al ser una IA le cuesta distinguirlo) y sobre como los indicios que lo delatan, los diferentes tipos de peinados, vestuario e incluso anatomía, son culturales y no significan nada.

Ese es un momento particularmente logrado de la novela, pero mi opinión sobre lo de los pronombres, adjetivos y calificativos es ambivalente. Cuando al principio de la trama situada en el pasado, el personaje de la suma sacerdotisa resulta ser un hombre, se produce, o al menos en mi caso se produjo, uno de esos momentos de chasco que tanto le gustan a Miquel Barceló y que me hizo replantearme alguno de mis prejuicios, pero el resto del tiempo me resultó, más que nada un incordio menor. Para visualizar a alguien en mi mente tengo que imaginármelo como hombre o como mujer. O como andrógino, pero ese no es el caso, simplemente no se nos cuenta a que sexo pertenecen. Pasado un tiempo, mi mente empezó a ignorar los pronombres y calificativos de género y a imaginarme a los personajes de acuerdo a los roles preestablecidos en la sociedad actual, por ejemplo a los guardias y policías como hombres, independientemente de lo que dijeran.

Por lo demás, otro de los temas que recorren la novela es el viejo conflicto militar entre la conciencia y la obediencia. Se supone que, en un ejército, el deber sacrosanto de un oficial es respetar la cadena de mando y cumplir las órdenes, pero ¿Qué pasa cuando esas órdenes contradicen la ética? En el fondo el conflicto no existe, lo que una persona moral debe hacer es desobedecer, pero vivir la situación es mucho más complicado que pontificar sobre ella, sobre todo cuando las consecuencias de la desobediencia son un consejo de guerra, o más probablemente, una ejecución sumaria e inmediata. Leckie explora con sensibilidad este conflicto, incluyendo las consecuencias, los remordimientos, el derrumbamiento de la autoestima y las creencias, pero no me parece que lo haga con mucha profundidad y eso se extiende a toda la novela, los temas que trata son explorados con más corrección que ingenio y profundidad.

La novela se lee con facilidad y está convincentemente bien escrita, desde mi punto de vista, que parece que no es compartido por la mayor parte de la población mundial, entretiene, pero no entusiasma. Fuera del tema del género, lo único que me ha parecido original es la naturaleza del villano de la pieza, que no revelaré para no estropear la revelación más interesante de la historia.

Dicho esto, no quiero dar la impresión de estar haciendo una valoración negativa, es una novela agradable y ha sido una lectura amena, pero el éxito que arrastra me parece totalmente desproporcionado. Uno esperaría encontrarse un mundo la exposición de un universo tan complejo y apasionante como “Dune”, una historia tan emocionante como “Marea estelar”, una especulación de altos vuelos como “Ciudad Permutación” o “Visión ciega” o que sé yo, la intensidad emocional que había en los mejores relatos de Theodore Sturgeon y Harlan Ellison. En su lugar se encuentra con una space opera que no está mal, pero que no es la octava maravilla del mundo. ¿Tan flojas fueron las publicaciones de ciencia ficción en el 2013 como para que, como todo parece indicar "Justicia auxiliar" fuera lo mejor del año? ¿Me estaré volviendo un abuelo cebolleta? Recuerdo que hace veinte años, todos los meses se publicaban en España obras de un calibre similar a esta y, cada cierto tiempo, algunas mucho mejores. ¿Será la ciencia ficción la que ha perdido su magia o será mi propia capacidad de asombro la que se está extinguiendo?

Comentarios

  1. Estoy de acuerdo. Es correcta, tiene buenas ideas pero no es para nada apasionante. De hecho se me atragantó un poco la lectura por falta de interés. No creo que se trate de estar curtidos como lectores. Hay aún mucho espacio para concebir entornos o conceptos ojipláticos. Lo que pasa es que el goteo de Visiones Ciegas, Anatemas o Chicas Mecánicas se ha vuelto muy muy inconstante-

    Alb

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