"Los codices del apocalilpsis" de Elio Quiroga
La
reciente publicación del premio Minotauro “Los que sueñan” del
canario Elio Quiroga ha hecho que me interese por su obra. “La hora
fría” era la única película suya que había visto hasta hace
poco, en su momento me gustó mucho, a pesar de que recurriera al
manido recurso del loco para precipitar el clímax y de que no se
supiera de donde demonios salían aquellos bichos transparentes.
“Fotos” me pareció una marcianada, a ratos torpe, pero con
algunas secuencias fascinantes y un final estremecedor, que hacia que
se te atragantara la diversión previa. “Nodo” me pareció
visualmente fascinante, pero completamente lastrada por un guión
torpe, que echaba a perder sus hallazgos.
De entre sus tres novelas previamente publicadas, “Los códices del apocalipsis” era la que mas parecía encajar con mis propios intereses. Lo primero que me llama la atención, es la excelente portada de Joe Day y el no menos excelente diseño de cubierta, que resembla el exterior de un libro antiguo, de esos que podrían encontrarse en la biblioteca de “El nombre de la Rosa”. Como poco, el aspecto exterior es muy atractivo.
La trama, atención con los spoilers, se centra en una pareja de ex amantes, todavía jóvenes, guapos e inteligentes, ella lingüista, él ex ingeniero de la NASA, que intentan esclarecer el asesinato del padre de ella, mientras son perseguido por todo tipo de organizaciones secretas, gubernamentales o no. Pronto descubrirán que todo está relacionado con unos misteriosos objetos de procedencia medieval, facturados con tecnología de la época, pero con un diseño que desafía a la ciencia moderna. Para colmo, alguno de ellos ha aparecido en la órbita de la Tierra.
La memoria te juega muy malas pasadas, así que no puedo estar seguro de ello al cien por cien, pero recuerdo que en una entrevista a Rodolfo Martínez, con motivo de su propio premio Minotauro, “Los sicarios de Dios” el comentó haber seguido la estrategia de ir introduciendo los elementos fantásticos de modo muy paulatino, de modo que el lector ajeno al género crea estar leyendo una tópica intriga de moda y, cuando se de cuenta de que en su lugar está con una de estas “cosas raras” esté ya tan metido en la historia que no sea capaz de abandonarla.
Elio Quiroga parece haber seguido la misma estrategia en esta novela. Sigue fielmente las reglas de los betsellers al uso, a saber diversas tramas y personajes en paralelo, capítulos muy cortos, que permitan interrumpir cómodamente su lectura en el transporte público, amplias dosis de erudición, sobre todo en los aspectos mas irrelevantes de la trama (de ser posible cada capítulo tiene que empezar con la descripción de un lugar real y venir acompañada de una breve nota histórica) y una narrativa muy cinematográfica. Viniendo de un director de cine seria muy fácil pensar que está poniendo en letra impresa la película para la que jamás conseguirá financiación, pero la trama es demasiado extensa, como poco tendría que ser una serie de televisión.
Los elementos fantásticos, aunque de hecho inauguran la novela, tardan en hacerse evidentes, tiran de toda la mitología conspirativa, desde el área 51 hasta los secretos del vaticano y entroncan más con la ciencia ficción que con el terror. Para mi disgusto, y eso es algo personal, utilizan algunos de los tópicos del fantástico a los que mas manía tengo, pero eso es materia para un post que deberá ser escrito en otra ocasión.
El punto fuerte de la novela, es la imaginación y la capacidad de fabulación del autor. Los pasajes atractivos y fascinantes abundan en ella y Elio Quiroga consigue hacérnoslos creíbles. Sus misteriosas sectas, sus códigos ocultos en todos los libros sagrados, sus profetas, sus puertas dimensionales, sus viajes a la luna no oficiales, sus alienígenas, componen un tejido variado y sugerente, con no pocos momentos de maravilla.
El
problema principal es la sumisión a las reglas de la literatura de
consumo. Por ejemplo, no parece cogerle nunca el tranquillo a los
capítulos cortos, estos son, a menudo, demasiado cortos, dando la
impresión de narración precipitada, que se corta abrúptamente,
cuando no de completa irrelevancia. Algunos de los personajes
secundarios, son totalmente prescindibles, el detective Will Beato,
en concreto, no aporta nada de importancia a la novela. Las escenas
de acción, que hay bastantes, están contadas sin ninguna garra ni
emoción. La supuesta investigación de la pareja protagonista, está
contada sin intriga ni interés, como detectives, son malísimos,
porque realmente no investigan, simplemente se limitan a leer los
documentos que caen en sus manos, o a escuchar los testimonios de los
testigos implicados, La narración hubiera sido mas ágil si Elio
Quiroga hubiera conseguido que los protagonistas dieran por sí
mismos con sus tremebundas revelaciones, gracias a su ingenio y
supuesta inteligencia, pero la prisas por exponerlas o la falta de
pericia lo impiden, forzando a que las revelaciones tengan que ser
reveladas y a interrumpir el curso de la acción durante muchas
páginas, con esos documentos o testimonios, que, aunque
interesantes, mantienen interrumpido el curso de la historia.
La pareja principal, Daniel Hudson y Bianca Dinovi, son lo más flojo de la novela, son personajes totalmente planos, carentes del menor carisma, debido a lo cual no resulta fácil identificarse con ellos. Lo que convierte la conexión emocional del lector es una auténtica misión imposible.
Por
último, en el apocalíptico clímax de la historia, la narración no
está a la altura de lo narrado. Lo que está ocurriendo es
catastrófico, tremebundo, asistimos a la mayor de las hecatombes de
la historia, pero se nos cuenta de un modo desganado, carente de
emoción, al igual que los heroicos esfuerzos finales de los
personajes positivos por atajarla. Es como si el autor se hubiera
cansado del libro y lo único que quisiera fuera terminarlo ya, del
modo que fuera. La cursileria de las últimas páginas es tan
exagerada, que parece paródica, ahí el autor está dando lo que
cree que el público espera de él, aunque ni él mismo se lo crea.
Para terminar, señalaré lo que a mi me parecen alguno errores de cajón, aunque soy muy despistado y puede habérseme escapado algo. La primera vez que aparece Bianca Dinovi, capítulo 3 de la primera parte, se refieren a ella como Bianca Stewart, lo que es claramente un gazapo, porque por lo que se nos cuenta después jamás ha estado casada. Poco después, en el capítulo 6 Daniel Hudson habla de una ex esposa y de una hija, que desaparecen misteriosamente de la novela, incluso se nos dice claramente que rompió originalmente con Bianca porque quería concentrarse en su carrera y huía de todas las relaciones con asomos de seriedad. Este tipo de meteduras de pata deberían detectarse en una revisión de la novela, parecen indignas de una edición profesional.
Por
último, dejo que aparezca mi frikismo científico. En determinado
momento, se habla de los misteriosos artefactos que dan cuerpo a la
novela como “máquinas de movimiento perpetuo” cuando tal cosa no
existe, ya que contradiría el principio de conservación de la
energía. En otro, se refieren a ellas como “péndulos”. Que
alguien me explique como leches puede funcionar un péndulo en
ausencia de gravedad.
En
fin, no descarto adquirir alguna otra de las novelas del autor,
porque su capacidad de inventiva me ha gustado, así como la
meticulosidad con la que aborda la construcción de sus tramas, pero
a pesar de sus elementos de interés, creo que “Los códices del
apocalipsis” falla en lo más importante, en contar una historia y
contarla bien.
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