“Luna: Luna nueva” de Ian McDonald
A pesar de ser el cuerpo celeste mas cercano a la Tierra, no recuerdo que nuestro satélite natural, haya sido tan frecuentado en la ficción como los planetas del sistema solar, en concreto Marte. A bote pronto, sólo recuerdo tres obras que transcurran principalmente en la luna: “Claro de Tierra” de Arthur Clarke, “La luna es una cruel amante”, de Robert A. Henlein y el excelente manga de Yasuo Otagaki “Moonlight Mile”. Me niego a incluir la serie de televisión “Espacio 1999” por mas cariño que le tenga. Esta incipiente saga de Ian McDonald promete remediar ese olvido.
Para los que no sepan nada del argumento, que ya es raro, transcurre en un futuro cercano, en el que la luna ha sido colonizada y su control está dividido entre cinco poderosas familias, los cinco dragones, cada una de ellas dueña de un monopolio sobre algún tipo de recurso o industria y emparentadas entre sí por medio de matrimonios de conveniencia. Los protagonistas son los Corta, familia de origen brasileño especializada en la minería de Helio 3. La novela se centra en las intrigas que enfrentan a los cinco dragones entre sí, junto a las que tienen lugar en el seno de la propia familia de los Corta, sus peripecias personales y las de algún personaje ajeno a la familia.
A los humanos nos encanta poner etiquetas. La publicidad define esta novela como un “juego de tronos en la luna”. En la mayoría de las reseñas que he leído se la compara con Dune. En la reseña de
sentidodelamaravilla.blogspot.com.es
se comenta que el autor, en una entrevista, definía Luna como una mezcla entre un western, la ya citada La Luna es una cruel amante de Robert A. Heinlein y la serie Dinastía. Esta definición me parece bastante acertada y explica porque al principio me costó entrar en la novela. No he visto un solo capítulo de Dinastía, o Dallas. Todo lo mas que llego es a una o dos temporadas de Falcon Crest. El problema no era el horario, sino que no me atraían en absoluto. ¿Comprenden el problema que tuve con esta novela?
Al principio me pasó lo mismo, las aventuras de estos niños ricos de segunda y tercera generación no lograban interesarme lo más mínimo, aunque transcurrieran a una séptima parte de la gravedad. El personaje de Marina Calzaghe, la recién llegada que casi por casualidad se ve arrastrada a la órbita de los Corta, a través de cuyos ojos vamos descubriendo el mundo de la luna, no bastaba para lograr captar mi atención. El caso es que perseveré y poco a poco me vi enredado por la luna y por las palabras de Ian McDonald.
En todas partes se ha alabado la ambientación de la novela y “Luna: Luna nueva” se merece todas las alabanzas. En la Luna de Ian McDonald hay que pagar hasta por el aire que respiras (y el agua, el carbono y los datos), no hay derecho criminal, pero todo es negociable, todos los tipos de sexualidad son habituales, incluyendo nuevos géneros sexuales, con nuevos pronombres, multi cultural, con multitud de lenguajes y religiones y un gusto muy chic por la moda retro, merced a las impresoras 3D. Lo sorprendente es que Ian McDonald logra esta gran ambientación sin grandes descripciones. Todo se deduce de como se comporta la gente, lo que habla y los lugares que se visitan.
Esta sutileza o economía de medios, parece un rasgo característico de la pluma de Ian McDonald. Sus descripciones son breves y acertadas, sus capítulos se componen de micro capítulos, narrados desde diferentes puntos de vista, que se alternan y se cruzan. No estoy seguro, pero diría que alguno de estos micro capítulos no llega ni a la página. Una conversación puede ser interrumpida en seco y reanudada varios cambios de punto de vista mas tarde. Tiemblo de pensar en como habría sido este libro en manos de un autor mas convencional, convirtiendo cada micro capítulo en un capítulo, que empiece siempre con una pormenorizada descripción del lugar donde se encuentra el personaje de turno, seguido de un breve resumen de como ha llegado allí, un poco de paja y un cliffhanger artificialmente extendido. Sin duda se habría acercado a las mil, mientras que en su edición en papel “Luna: Luna nueva” no tiene mucho mas de cuatrocientas páginas.
La economía autoimpuesta también tiene sus cosas malas. Algunos artefactos y escenarios, el ciclador y el tren ecuatorial de los McKenzie, se merecían una descripción mas detallada. Las acciones y los cambios de perspectiva se suceden tan rápidamente que en ocasiones parece que no exista el menor hilo argumental, simplemente una sucesión de acontecimientos inconexos levemente relacionados. Algunos recursos resultan escasamente creíbles (¿ordenadores que predicen el futuro? ¿comercio interplanetario en especie rentable? No me extraña que las microondas tarden tanto en aparecer) y sus atractivas ideas no están tan desarrolladas como deberían.
Porque, no nos engañemos, a pesar de su maravillo trabajo de ambientación, Ian McDonald este mucho menos interesado en especular que en narrar. “Luna: Luna nueva” es una novela río, un río que va creciendo y dividiéndose en múltiples cauces que se ramifican una y otra vez, para luego volver a cruzarse. El goce de la narración se traslada desde el autor al lector, que se ve irremediablemente atrapado en el tapiz que tejen los distintos hilos argumentales, a medida que este crece en complejidad.
Narrado siempre en presente, excepto las evocaciones que la matriarca Adriana Corta hace de su vida (según la reseña de sentidodelamaravilla estos capítulos se publicaron por separado), en esta novela todo tiene su lugar: conspiraciones políticas y de negocios, historias de amor, tramas policíacas, secretos familiares, enfrentamientos a vida o muerte, guerra, asesinatos y algo de humor. Ian McDonald consigue eso que parece tan difícil entre los escritores anglosajones de ciencia ficción de hoy día: tener una voz propia, un estilo personal, pero ese estilo esta puesto al servicio de lo que se cuenta y no al revés. Menos es mas. La mano del autor resulta invisible, pero está siempre presente. Cuando quiere Ian McDonald llega a ser poético sin que parezca que lo está siendo. La construcción de algunos pasajes es tan admirable, que es capaz de reflejar perfectamente las emociones de sus personajes, sin referirse directamente a ellas.
Y, evidentemente, a pesar del desinterés con el que empecé la lectura, “Luna: Luna nueva” acabó atrapándome a mí también.
No es el nuevo “Juego de tronos”, ni el nuevo “Dune”. Ni falta que hacen, por cierto. Es una novela con su propia personalidad y no es una novela perfecta, pero es decididamente brillante y será interesante ver como continúa. Habemus saga. Otra vez.
PD: “Luna: Luna nueva” ha sido opcionada para realizar una serie de televisión, aunque dudo que llegue a rodarse, debido a lo desmesurado de los presupuestos. La representación de los familiares obligaría a llegar de cgis cada plano y los efectos especiales todavía no han logrado una solución económica para representar la baja gravedad, que está continuamente presente en la novela, desde los tupés, los vestidos, la arquitectura de los estadios de balonmano ¡O la misma popularidad del balonmano!
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se comenta que el autor, en una entrevista, definía Luna como una mezcla entre un western, la ya citada La Luna es una cruel amante de Robert A. Heinlein y la serie Dinastía. Esta definición me parece bastante acertada y explica porque al principio me costó entrar en la novela. No he visto un solo capítulo de Dinastía, o Dallas. Todo lo mas que llego es a una o dos temporadas de Falcon Crest. El problema no era el horario, sino que no me atraían en absoluto. ¿Comprenden el problema que tuve con esta novela?
Al principio me pasó lo mismo, las aventuras de estos niños ricos de segunda y tercera generación no lograban interesarme lo más mínimo, aunque transcurrieran a una séptima parte de la gravedad. El personaje de Marina Calzaghe, la recién llegada que casi por casualidad se ve arrastrada a la órbita de los Corta, a través de cuyos ojos vamos descubriendo el mundo de la luna, no bastaba para lograr captar mi atención. El caso es que perseveré y poco a poco me vi enredado por la luna y por las palabras de Ian McDonald.
En todas partes se ha alabado la ambientación de la novela y “Luna: Luna nueva” se merece todas las alabanzas. En la Luna de Ian McDonald hay que pagar hasta por el aire que respiras (y el agua, el carbono y los datos), no hay derecho criminal, pero todo es negociable, todos los tipos de sexualidad son habituales, incluyendo nuevos géneros sexuales, con nuevos pronombres, multi cultural, con multitud de lenguajes y religiones y un gusto muy chic por la moda retro, merced a las impresoras 3D. Lo sorprendente es que Ian McDonald logra esta gran ambientación sin grandes descripciones. Todo se deduce de como se comporta la gente, lo que habla y los lugares que se visitan.
Esta sutileza o economía de medios, parece un rasgo característico de la pluma de Ian McDonald. Sus descripciones son breves y acertadas, sus capítulos se componen de micro capítulos, narrados desde diferentes puntos de vista, que se alternan y se cruzan. No estoy seguro, pero diría que alguno de estos micro capítulos no llega ni a la página. Una conversación puede ser interrumpida en seco y reanudada varios cambios de punto de vista mas tarde. Tiemblo de pensar en como habría sido este libro en manos de un autor mas convencional, convirtiendo cada micro capítulo en un capítulo, que empiece siempre con una pormenorizada descripción del lugar donde se encuentra el personaje de turno, seguido de un breve resumen de como ha llegado allí, un poco de paja y un cliffhanger artificialmente extendido. Sin duda se habría acercado a las mil, mientras que en su edición en papel “Luna: Luna nueva” no tiene mucho mas de cuatrocientas páginas.
La economía autoimpuesta también tiene sus cosas malas. Algunos artefactos y escenarios, el ciclador y el tren ecuatorial de los McKenzie, se merecían una descripción mas detallada. Las acciones y los cambios de perspectiva se suceden tan rápidamente que en ocasiones parece que no exista el menor hilo argumental, simplemente una sucesión de acontecimientos inconexos levemente relacionados. Algunos recursos resultan escasamente creíbles (¿ordenadores que predicen el futuro? ¿comercio interplanetario en especie rentable? No me extraña que las microondas tarden tanto en aparecer) y sus atractivas ideas no están tan desarrolladas como deberían.
Porque, no nos engañemos, a pesar de su maravillo trabajo de ambientación, Ian McDonald este mucho menos interesado en especular que en narrar. “Luna: Luna nueva” es una novela río, un río que va creciendo y dividiéndose en múltiples cauces que se ramifican una y otra vez, para luego volver a cruzarse. El goce de la narración se traslada desde el autor al lector, que se ve irremediablemente atrapado en el tapiz que tejen los distintos hilos argumentales, a medida que este crece en complejidad.
Narrado siempre en presente, excepto las evocaciones que la matriarca Adriana Corta hace de su vida (según la reseña de sentidodelamaravilla estos capítulos se publicaron por separado), en esta novela todo tiene su lugar: conspiraciones políticas y de negocios, historias de amor, tramas policíacas, secretos familiares, enfrentamientos a vida o muerte, guerra, asesinatos y algo de humor. Ian McDonald consigue eso que parece tan difícil entre los escritores anglosajones de ciencia ficción de hoy día: tener una voz propia, un estilo personal, pero ese estilo esta puesto al servicio de lo que se cuenta y no al revés. Menos es mas. La mano del autor resulta invisible, pero está siempre presente. Cuando quiere Ian McDonald llega a ser poético sin que parezca que lo está siendo. La construcción de algunos pasajes es tan admirable, que es capaz de reflejar perfectamente las emociones de sus personajes, sin referirse directamente a ellas.
Y, evidentemente, a pesar del desinterés con el que empecé la lectura, “Luna: Luna nueva” acabó atrapándome a mí también.
No es el nuevo “Juego de tronos”, ni el nuevo “Dune”. Ni falta que hacen, por cierto. Es una novela con su propia personalidad y no es una novela perfecta, pero es decididamente brillante y será interesante ver como continúa. Habemus saga. Otra vez.
PD: “Luna: Luna nueva” ha sido opcionada para realizar una serie de televisión, aunque dudo que llegue a rodarse, debido a lo desmesurado de los presupuestos. La representación de los familiares obligaría a llegar de cgis cada plano y los efectos especiales todavía no han logrado una solución económica para representar la baja gravedad, que está continuamente presente en la novela, desde los tupés, los vestidos, la arquitectura de los estadios de balonmano ¡O la misma popularidad del balonmano!
A mi en algunos momentos me recordó al Padrino más que a Dallas, sobre todo por la parte final. Por si te interesa : http://dreamsofelvex.blogspot.com/2016/06/luna-ian-mcdonald.html
ResponderEliminarCuriosamente a mí me ganó con el principio. Ese paseo lunar me dejó absolutamente flipado y me metió de lleno. Y encima gana sentido con el final. Un culebrón, sí, pero de primerísima.
ResponderEliminarAlb
Vale, rectifico, el paseo lunar del comienzo es absolutamente flipante y, efectivamente, gana sentido con el final. Empecé a desinteresarme justo después, durante los preparativos de la fiesta de celebración.
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