"El sueño de los dioses" de Javier Negrete


 En mi reseña de “El espíritu del mago”, que por cierto, ahora encuentro repleta de faltas de ortografía y errores sintácticos, decía que esperaba tardar menos en decidirme a leer “Atlántida” de lo que había tardado en decidirme a leer aquella novela. Pues bien, tardé dos años en hacerlo, que ya es bastante, pero es que he tardado siete en decidirme a leer la continuación de “El espíritu del mago”. Parece mentira que haya pasado tanto tiempo, sobre todo porque Javier Negrete ha terminado por convertirse en uno de los autores a los que más disfruto leyendo.

En mi arrogancia, normalmente me creo capaz de descifrar que es lo que hace que una novela funcione, cuales son los puntos fuertes del autor que hacen que su libro me guste. Con Javier Negrete me confieso incapaz. Supongo que lo principal es que sabe componer buenas historias, que son entretenidas e interesantes, porque, al final, por muy importantes que sean las formas, lo que cuenta es la historia que se está contando. Puedo intuir algunos aciertos evidentes: el sentido del ritmo, la habilidad en la dosificación de información, los giros inesperados, pero , sinceramente, soy incapaz de descifrar las claves de Javier Negrete. Y sin embargo, sus novelas funcionan. Y como.

Dicho esto, “El sueño de los dioses” es el libro más insatisfactorio de Javier Negrete que he leído en diecisiete años. Los motivos hay que buscarlos en su propio origen. Según leí en una entrevista, Javier Negrete tenía previsto escribir una trilogía, pero cuando vio que la longitud del tercer tomo empezaba a írsele de las manos, pidió permiso a la editorial para terminar la serie en dos. La editorial accedió encantada y él, sabiendo ya que no iba a ser el último libro, incluyó muchas mas información y escenas de las que tenía previstas.

Eso se nota mucho. “El sueño de los dioses” empieza con un largo flashback en el que se cuentan de nuevo acontecimientos que tenían lugar al final de “El espíritu del mago”, sin aportar ninguna información nueva relevante. Recuerdo que en aquella entrevista Javier Negrete comentó que, de haber escrito un único libro, no lo habría incluido. Así mismo, son continuos los párrafos en los que el narrador recuerda lo que le ocurrió a algún personaje en los libros precedentes.

Nada de esto me ha molestado a mí, pero, como ya he dicho, habían pasado siete años. Yo lo necesitaba, pero, probablemente, no la mayoría de los lectores. Esta morosidad y este volver atrás hacen que la trama tarde mucho en avanzar y, lo peor para mí, es que no ocurre nada hasta casi la mitad del libro.

Imagino que muchos se estarán rasgando las vestiduras ante mis palabras, diciendo que ocurren muchas cosas. Si que ocurren, si, pero son un trámite. Prácticamente la mitad del libro se va en que ocurra lo que tiene que ocurrir. ¿A que me refiero con eso? A ver, es un punto de vista personal, lo explicaré con algunos ejemplos frikis. ¿No habéis leído algún cómic de superhéroes en el que los protagonistas malgastan páginas y páginas intentando evitar que algún villano llegue a nuestra dimensión o lo que sea? Son páginas que a mí me hacen bostezar, porque sabes desde el primer momento que van a fracasar, el villano tiene que llegar, porque, si no llega, los héroes no pelearán contra él y no tendremos cómic. Me suena que hubo también alguna saga de Dragon Ball, en la que los secundarios se pasaron un montón de tiempo intentando evitar que un malo volviera o se hiciera superpoderoso. ¡Menuda tontería! El malo tiene que hacerse superpoderoso, porque, si no lo hace, la pelea con Son Goku no tendrá emoción.

Por eso digo que es un trámite. Los personajes tienen que cruzar una gran extensión de terreno y, además, hay que explicar porque alguno de ellos hará algo que jamás haría de corazón. Eso requiere su tiempo, pero en el fondo no es más que un trámite que hay que pasar, para que la historia pueda empezar. Un gran mal se va a desatar sobre Tramorea y nadie podrá evitarlo. La culpa no es del destino, ni de la dialéctica de la historia, sino de la reglas de la composición dramática. La amenaza debe llegar, para que los héroes se enfrenten a ella. La habilidad de Javier Negrete consiguió que no me aburriera, pero no que me abandonara la sensación de estar perdiendo el tiempo.

Una vez pasado el trámite, las cosas mejoran mucho. Hay excelentes escenas, marca de la casa, de guerra y de catástrofes, para llegar rápidamente a un final abierto, que deja absolutamente todo en el aire. Al final, “El sueño de los dioses” resulta no ser más que un largo prefacio a “El corazón de Tramorea”

Me he quedado con tantas ganas de saber como acaba, que espero leerlo antes de que acabe el año. El año 2018, quiero decir.
 

Comentarios

  1. A mí de Negrete lo que más me gusta son sus novelas históricas. No sé a cuántas personas les recomendé Salamina. Y es de los pocos autores de los que compraría un tocho de mil páginas. De hecho lo acabo de hacer con El Espartano, y estoy disfrutando como un gorrino.

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    1. En esta ocasión soy yo el que debe decir que coincide totalmente contigo. Hasta ahora, "Salamina" me parece la mejor novela de Javier Negrete. No la he reseñado porque la leí antes de empezar el blog, pero aprovecho la ocasión para decir a quien pueda estar leyendo que RECOMIENDO TOTALMENTE LA LECTURA DE SALAMINA. No me he comprado todavía el "El espartano", me da cosa, comprarme otro libro de Javier Negrete, teniendo cuatro o cinco pendientes de leer.

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