"Mil millones de años hasta el fin del mundo. Un manuscrito hallado en extrañas circunstancias.” de Arkady y Borís Strugatski.
Voy a hacer una cosa extraña con esta reseña. La voy a dividir en apartados, no porque sea larga (espero que no) sino porque así es como se ha estructurado en mi cabeza
La edición.
Al contrario de lo que dice la contraportada, aunque posiblemente si sea la primera vez que se publica esta novela en España, no es la primera vez que se publica en castellano. Buceando por Internet es fácil encontrar información sobre una edición antigua que se tituló “Decididamente tal vez”, probablemente argentina.
La edición.
Al contrario de lo que dice la contraportada, aunque posiblemente si sea la primera vez que se publica esta novela en España, no es la primera vez que se publica en castellano. Buceando por Internet es fácil encontrar información sobre una edición antigua que se tituló “Decididamente tal vez”, probablemente argentina.
La que nos ocupa es muy buena, con mención especial de la traducción de Fernando Otero Macías. El único pero es el exceso de notas a pie de página. Algo inevitable, si tenemos en cuenta que los Strugatski eran autores tan rusos como Stephen King estadounidense. Las referencias a aspectos de la cultura rusa completamente desconocidos para el lector medio son tantas, que, la única alternativa posible hubiera sido sustituirlas por referencias similares de la cultura española, con lo que eso hubiera significado de desviación del original. Las notas son interesantes, pero hay tantas que el lector acaba teniendo que elegir entre leerlas o leer la novela, elección bastante fácil, créanme. Yo llegué a un compromiso, las echaba un vistazo rápido y seguía con lo que estaba leyendo.
La estructura.
La estructura es un poco peculiar. Los capítulos se componen de extractos. ¿Extractos de qué, exactamente? Nunca queda claro, supongo que del “manuscrito hallado en extrañas circunstancias”, al que alude el subtitulo. Extrañas circunstancias que tampoco se aclaran. Los extractos suelen empezar con puntos suspensivos, como en medio de una frase, y, a veces, se acaban convenientemente, en medio de un suceso interesante, dejando al lector comiéndose las uñas.
Además, como el traductor avisa justo al comienzo, la novela empieza en tercera persona y termina en primera, cambiando de modo paulatino, con lo que hay pasajes que alternan las dos personas.
Esto suena más complicado de lo que es. Aunque pueda resultar chocante, la verdad es que este juego con las personas gramaticales no dificulta la lectura, más bien al contrario.
El argumento.
El argumento de “Mil millones de años hasta el fin del mundo” bien podría ser el guión de una obra de teatro. Transcurre íntegramente en el interior del mismo edificio, un bloque de apartamentos, la mayor parte del tiempo en la misma vivienda. Dmitri Maliánov un astrofísico que ha enviado a su familia de vacaciones para poder centrarse en su trabajo, no puede dedicarse a él porque es interrumpido constantemente. Llamadas telefónicas equivocadas, recepciones de pedidos imposibles, visitas inesperadas. Cuando la situación empieza a ser desesperante, descubre que varios conocidos suyos no pueden avanzar en sus trabajos por encontrarse en la misma situación.
Valoración personal.
Me ha encantado. Pocas veces me he encontrado con una historia cuya lectura me haya resultado tan absolutamente imprevisible, y eso que la contraportada hace bastantes spoilers. Los hermanos Strugatski se las apañan para hacer ciencia ficción de altos vuelos, ambientada en el presente, sin alienígenas, ni meteoritos, ni artefactos todopoderosos, ni inventos estrafalarios. Sin siquiera salir de casa, ni más acción que una conversación.
“Mil millones de años hasta el fin del mundo” empieza como una comedia y termina como una pesadilla, a la que todo reseñador compara, con razón, con la obra de Kafka y Philip K. Dick. Divertida e inquietante a partes iguales, (al parecer mezclar momentos cómicos y dramáticos era una especialidad de sus autores) se lee con una facilidad pasmosa, a la que sin duda contribuye su brevedad. No sé que me ha gustado más, si la paranoica e inmensa chaladura de la premisa de partida o la humanidad que destilan sus personajes. Brillantes científicos o bufones, o ambas cosas a la vez, resulta imposible no identificarse con ellos. Su comportamiento cuando se toman unas copas, por ejemplo, me hacía recordar situaciones que yo había vivido personalmente o, tristemente, protagonizado. Son personas absolutamente normales, que meten la pata y hacen el ridículo. Pobres pringados atrapadas en una situación que los sobrepasa, lo que hace más terrible, si cabe, su destino final.
Hay algo muy sentido y muy conmovedor en sus reflexiones finales sobre la derrota y la rendición. Verdades a las que a uno no le gusta mirar, pero inevitables, a la vez que también hay algo muy conmovedor en la resistencia, callada y pertinaz, de Vecherovski.
Desde que los reyes magos me regalaron, hace más de una década, quien sabe si dos, la edición de Acervo de “Qué difícil es ser Dios” tenía ganas de leer algo más de los Strugatski. Después de leer este libro, debería ser inevitable.
La estructura.
La estructura es un poco peculiar. Los capítulos se componen de extractos. ¿Extractos de qué, exactamente? Nunca queda claro, supongo que del “manuscrito hallado en extrañas circunstancias”, al que alude el subtitulo. Extrañas circunstancias que tampoco se aclaran. Los extractos suelen empezar con puntos suspensivos, como en medio de una frase, y, a veces, se acaban convenientemente, en medio de un suceso interesante, dejando al lector comiéndose las uñas.
Además, como el traductor avisa justo al comienzo, la novela empieza en tercera persona y termina en primera, cambiando de modo paulatino, con lo que hay pasajes que alternan las dos personas.
Esto suena más complicado de lo que es. Aunque pueda resultar chocante, la verdad es que este juego con las personas gramaticales no dificulta la lectura, más bien al contrario.
El argumento.
El argumento de “Mil millones de años hasta el fin del mundo” bien podría ser el guión de una obra de teatro. Transcurre íntegramente en el interior del mismo edificio, un bloque de apartamentos, la mayor parte del tiempo en la misma vivienda. Dmitri Maliánov un astrofísico que ha enviado a su familia de vacaciones para poder centrarse en su trabajo, no puede dedicarse a él porque es interrumpido constantemente. Llamadas telefónicas equivocadas, recepciones de pedidos imposibles, visitas inesperadas. Cuando la situación empieza a ser desesperante, descubre que varios conocidos suyos no pueden avanzar en sus trabajos por encontrarse en la misma situación.
Valoración personal.
Me ha encantado. Pocas veces me he encontrado con una historia cuya lectura me haya resultado tan absolutamente imprevisible, y eso que la contraportada hace bastantes spoilers. Los hermanos Strugatski se las apañan para hacer ciencia ficción de altos vuelos, ambientada en el presente, sin alienígenas, ni meteoritos, ni artefactos todopoderosos, ni inventos estrafalarios. Sin siquiera salir de casa, ni más acción que una conversación.
“Mil millones de años hasta el fin del mundo” empieza como una comedia y termina como una pesadilla, a la que todo reseñador compara, con razón, con la obra de Kafka y Philip K. Dick. Divertida e inquietante a partes iguales, (al parecer mezclar momentos cómicos y dramáticos era una especialidad de sus autores) se lee con una facilidad pasmosa, a la que sin duda contribuye su brevedad. No sé que me ha gustado más, si la paranoica e inmensa chaladura de la premisa de partida o la humanidad que destilan sus personajes. Brillantes científicos o bufones, o ambas cosas a la vez, resulta imposible no identificarse con ellos. Su comportamiento cuando se toman unas copas, por ejemplo, me hacía recordar situaciones que yo había vivido personalmente o, tristemente, protagonizado. Son personas absolutamente normales, que meten la pata y hacen el ridículo. Pobres pringados atrapadas en una situación que los sobrepasa, lo que hace más terrible, si cabe, su destino final.
Hay algo muy sentido y muy conmovedor en sus reflexiones finales sobre la derrota y la rendición. Verdades a las que a uno no le gusta mirar, pero inevitables, a la vez que también hay algo muy conmovedor en la resistencia, callada y pertinaz, de Vecherovski.
Desde que los reyes magos me regalaron, hace más de una década, quien sabe si dos, la edición de Acervo de “Qué difícil es ser Dios” tenía ganas de leer algo más de los Strugatski. Después de leer este libro, debería ser inevitable.
Otras opiniones.
Comentarios
Publicar un comentario