“Nada nuevo bajo el sol” de José Antonio Suárez
Esta novela de José Antonio Suárez se compone de dos tramas paralelas. Una de ellas es un thriller sobre una empresa farmacéutica que saca al mercado un fármaco que permite reducir a un tercio las horas de sueño, sin realizar correctamente las debidas pruebas y con terribles repercusiones.
La otra podríamos considerarla una distopia. Para acabar con las acusaciones de plagio, en el mundo de la novela, cualquier tipo de original debe verificarse contra una base de datos que contiene la totalidad del conocimiento humano. El resultado inevitable es que es casi imposible conseguir un certificado de originalidad. A fin de cuentas, toda obra artística o ingenieril se nutre de obras anteriores. Cabalgamos a hombros de gigantes y es imposible hacer un logro completamente original.
La casualidad ha querido que esta novela cayera en mis manos justo cuando los medios de comunicación están obsesionados con la originalidad de las tesis de los políticos, lo que demuestra que la obra de José Antonio Suárez ya se está empezando a hacerse realidad. Si, comprendo que no es lo mismo una novela que una tesis doctoral, pero que queréis que os diga, que un algoritmo decida si un trabajo es o no original, me parece de lo más siniestro. Como informático que soy, estoy acostumbrado a ver como funciona el software, es decir, estoy acostumbrado a que funcione como el culo. Someterlo todo a un algoritmo inflexible, no es una buena idea. Por ejemplo, en mi trabajo, mi código tiene que pasar las revisiones del SonarLint para asegurar la “calidad del código” y, aunque la mayor parte de las veces tenga razón, os aseguro que esa calidad es como poco “discutible”. Obligad a aplicar una serie de reglas fijas y estrictas a menudo incide en una proliferación de métodos no reutilizables que no representan ninguna funcionalidad y en llenarlo todo de constantes inútiles.
Supongo que se le puede dar la vuelta a mi argumento. Que si, con lo mal que funciona el software, si aún así, el algoritmo da un positivo, es que es un plagio descarado. De todos modos, insisto en que es dejar demasiado poder en una máquina. Me parece bien que se utilicen este tipo de softwares, siempre que luego una persona supuestamente imparcial se revise el trabajo y cada una de las supuestas coincidencias y compruebe que, efectivamente, lo son.
Es un trabajo ingrato, pero alguien tiene que hacerlo.
La novela sigue a un grupo de personajes, involucrados en mayor o menor grado con la trama de la empresa farmacéutica, cuyas ambiciones artísticas han sido frustradas por la imposibilidad de conseguir un certificado de originalidad. Como es habitual en la obra de José Antonio Suárez, los personajes son pobres diablos, llenos de defectos y con alguna virtud y el estilo es apresurado. Por desgracia, esta trama que he dado en llamar “distópica” está bastante falta de orientación y objetivo. Parece parte del escenario. Hay un proyecto de “hackeo” y una cierta relación con una inteligencia artificial, que pretende hacer… algo. Ese tipo de cosas sin mucho sentido que siempre pretenden hacer las inteligencias artificiales en las novelas de ciencia ficción, o, al menos, en los capítulos de Star Trek.
Las conclusiones finales son excelentes, tanto el descubrimiento de la verdad sobre los artistas “originales” que todavía consiguen difundir oficialmente su obra, como la estrategia final a la que se ven obligados los artistas, pero son aspectos muy colaterales de la novela.
Entretiene, por supuesto y es interesante, pero la parte entretenida no es interesante y la parte interesante no es entretenida.
(Esto último creo que es una cita de Rodolfo Martínez, espero que no me denuncie por plagio)
La otra podríamos considerarla una distopia. Para acabar con las acusaciones de plagio, en el mundo de la novela, cualquier tipo de original debe verificarse contra una base de datos que contiene la totalidad del conocimiento humano. El resultado inevitable es que es casi imposible conseguir un certificado de originalidad. A fin de cuentas, toda obra artística o ingenieril se nutre de obras anteriores. Cabalgamos a hombros de gigantes y es imposible hacer un logro completamente original.
La casualidad ha querido que esta novela cayera en mis manos justo cuando los medios de comunicación están obsesionados con la originalidad de las tesis de los políticos, lo que demuestra que la obra de José Antonio Suárez ya se está empezando a hacerse realidad. Si, comprendo que no es lo mismo una novela que una tesis doctoral, pero que queréis que os diga, que un algoritmo decida si un trabajo es o no original, me parece de lo más siniestro. Como informático que soy, estoy acostumbrado a ver como funciona el software, es decir, estoy acostumbrado a que funcione como el culo. Someterlo todo a un algoritmo inflexible, no es una buena idea. Por ejemplo, en mi trabajo, mi código tiene que pasar las revisiones del SonarLint para asegurar la “calidad del código” y, aunque la mayor parte de las veces tenga razón, os aseguro que esa calidad es como poco “discutible”. Obligad a aplicar una serie de reglas fijas y estrictas a menudo incide en una proliferación de métodos no reutilizables que no representan ninguna funcionalidad y en llenarlo todo de constantes inútiles.
Supongo que se le puede dar la vuelta a mi argumento. Que si, con lo mal que funciona el software, si aún así, el algoritmo da un positivo, es que es un plagio descarado. De todos modos, insisto en que es dejar demasiado poder en una máquina. Me parece bien que se utilicen este tipo de softwares, siempre que luego una persona supuestamente imparcial se revise el trabajo y cada una de las supuestas coincidencias y compruebe que, efectivamente, lo son.
Es un trabajo ingrato, pero alguien tiene que hacerlo.
La novela sigue a un grupo de personajes, involucrados en mayor o menor grado con la trama de la empresa farmacéutica, cuyas ambiciones artísticas han sido frustradas por la imposibilidad de conseguir un certificado de originalidad. Como es habitual en la obra de José Antonio Suárez, los personajes son pobres diablos, llenos de defectos y con alguna virtud y el estilo es apresurado. Por desgracia, esta trama que he dado en llamar “distópica” está bastante falta de orientación y objetivo. Parece parte del escenario. Hay un proyecto de “hackeo” y una cierta relación con una inteligencia artificial, que pretende hacer… algo. Ese tipo de cosas sin mucho sentido que siempre pretenden hacer las inteligencias artificiales en las novelas de ciencia ficción, o, al menos, en los capítulos de Star Trek.
Las conclusiones finales son excelentes, tanto el descubrimiento de la verdad sobre los artistas “originales” que todavía consiguen difundir oficialmente su obra, como la estrategia final a la que se ven obligados los artistas, pero son aspectos muy colaterales de la novela.
Entretiene, por supuesto y es interesante, pero la parte entretenida no es interesante y la parte interesante no es entretenida.
(Esto último creo que es una cita de Rodolfo Martínez, espero que no me denuncie por plagio)
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