“El espartano” de Javier Negrete
“El espartano” es, al parecer, una obra que Javier Negrete venía acariciando desde que escribió “Salamina” y que sirve como complemento a la misma. Incluso aparecen como secundarios algunos de los personajes de “Salamina” como es el caso de Artemisia, la reina de Halicarnaso o el propio Temístocles. El objetivo era contar las guerras médicas desde el punto de vista de Esparta.
La novela narra la vida de Perseo, hijo de uno de los dos reyes espartanos y destinado a sucederle, al que los azares de la vida le arrebatarán todas sus posesiones y amores, pero lo convertirán en un gran guerrero que jugará un importante papel en la guerra contra el imperio Persa.
A través de su atribulada vida, Javier Negrete reconstruye las costumbres de Esparta, el modo de pensar de griegos y persas, sus mitos, las intrigas de la época y las principales batallas del conflicto, insertándolo todo en las peripecias de los protagonistas con tal habilidad, que el lector nunca es consciente de estar recibiendo una lección de historia, sino simplemente de estar inmerso en una memorable novela de aventuras.
El estilo es el habitual de su autor, con esa aparente sencillez que resulta tan fácil de leer y que cierra sus garras sobre el lector, poco a poco, sin que este se de cuenta, hasta dejarlo atrapado sin remedio.
Baste con decir que es un libro muy largo y que no se hace largo.
Si hago alguna matización, esta se debe a mis gustos personales:
Perseo es uno de esos personajes cuya máximas virtudes es que son muy guapos y pelean muy bien. No es particularmente astuto, ni tiene una personalidad muy carismática o profunda, aunque reconozco que es un buen chico. Para que se hagan una idea, el momento en que lo he encontrado más atractivo como personaje, es durante su fase “memento” o de “Soldado en la niebla”.
Algunas escenas las he encontrado forzadas, poco creíbles, cómo debidas a "exigencias del guion". La automutilación del protagonista, para ser exactos.
No me acaban de gustar esas historias que consisten en seguir la ristra de desgracias que le van ocurriendo un personaje a lo largo de su vida, sin descanso, aunque, para compensar y apaciguar al lector, se le ofrezca algún triunfo, hacia el final de la novela. Aunque reconozco que es de lo que tratan el noventa por ciento de las novelas que se han escrito alguna vez.
Tampoco me gusta que un misterioso adivino aparezca continuamente para anudar los hilos del destino. No porque la idea sea mala, ni porque esté mal ejecutada, Javier Negrete la lleva muy bien, sino porque es muy poco original, casi un tópico.
¡Pero lo que menos me ha gustado de todo es que Javier Negrete se guarde algunos ases en la manga y deja entrever que todavía queda más tela que cortar en la historia de Perseo! ¿Es que ya no puede escribirse un libro que acabe por completo?
Por el contrario, tengo que agradecerle que me haya revelado la existencia del fenómeno de la superfecundación heteroparental, fenómeno raro, pero al parecer real, del que no tenía la más mínima idea y que consideraba un mito. El saber nunca ocupa lugar.
Otra buena novela de su autor, que se ha convertido en una apuesta segura, en esto de disfrutar de la lectura.
Cuando por fin me decido a ponerme al día con su obra, va Javier Negrete y saca “Odisea”. ¡No me cunde, no me cunde!
La novela narra la vida de Perseo, hijo de uno de los dos reyes espartanos y destinado a sucederle, al que los azares de la vida le arrebatarán todas sus posesiones y amores, pero lo convertirán en un gran guerrero que jugará un importante papel en la guerra contra el imperio Persa.
A través de su atribulada vida, Javier Negrete reconstruye las costumbres de Esparta, el modo de pensar de griegos y persas, sus mitos, las intrigas de la época y las principales batallas del conflicto, insertándolo todo en las peripecias de los protagonistas con tal habilidad, que el lector nunca es consciente de estar recibiendo una lección de historia, sino simplemente de estar inmerso en una memorable novela de aventuras.
El estilo es el habitual de su autor, con esa aparente sencillez que resulta tan fácil de leer y que cierra sus garras sobre el lector, poco a poco, sin que este se de cuenta, hasta dejarlo atrapado sin remedio.
Baste con decir que es un libro muy largo y que no se hace largo.
Si hago alguna matización, esta se debe a mis gustos personales:
Perseo es uno de esos personajes cuya máximas virtudes es que son muy guapos y pelean muy bien. No es particularmente astuto, ni tiene una personalidad muy carismática o profunda, aunque reconozco que es un buen chico. Para que se hagan una idea, el momento en que lo he encontrado más atractivo como personaje, es durante su fase “memento” o de “Soldado en la niebla”.
Algunas escenas las he encontrado forzadas, poco creíbles, cómo debidas a "exigencias del guion". La automutilación del protagonista, para ser exactos.
No me acaban de gustar esas historias que consisten en seguir la ristra de desgracias que le van ocurriendo un personaje a lo largo de su vida, sin descanso, aunque, para compensar y apaciguar al lector, se le ofrezca algún triunfo, hacia el final de la novela. Aunque reconozco que es de lo que tratan el noventa por ciento de las novelas que se han escrito alguna vez.
Tampoco me gusta que un misterioso adivino aparezca continuamente para anudar los hilos del destino. No porque la idea sea mala, ni porque esté mal ejecutada, Javier Negrete la lleva muy bien, sino porque es muy poco original, casi un tópico.
¡Pero lo que menos me ha gustado de todo es que Javier Negrete se guarde algunos ases en la manga y deja entrever que todavía queda más tela que cortar en la historia de Perseo! ¿Es que ya no puede escribirse un libro que acabe por completo?
Por el contrario, tengo que agradecerle que me haya revelado la existencia del fenómeno de la superfecundación heteroparental, fenómeno raro, pero al parecer real, del que no tenía la más mínima idea y que consideraba un mito. El saber nunca ocupa lugar.
Otra buena novela de su autor, que se ha convertido en una apuesta segura, en esto de disfrutar de la lectura.
Cuando por fin me decido a ponerme al día con su obra, va Javier Negrete y saca “Odisea”. ¡No me cunde, no me cunde!
Para mí esta novela tiene lo mejor y lo peor de Negrete. Es un Salamina con algún exceso de paja y al que también (creo que) le sobra la parte fantástica. Pero por supuesto sigue siendo una lectura absorbente. Larga vida a Negrete y su ejemplar fluidez narrativa.
ResponderEliminarExceso de paja... pues ahora que lo dices es verdad, aunque seguro que lo que a mi me parece paja no le parece a otro. A saber, you hubiera cortado la mayoria de las páginas que dedica a las termópilas, la embajada de Gorgo en busca de Temístocles y... bueno, la parte de "Soldado en la niebla" se me hizo desesperante, pero era muy importante para la trama.
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