“Nacida con los muertos” de Robert Silverberg


No sé donde hoy hablar de esta historia. Tuve que buscarla específicamente por el título y el autor. Es muy fácil de encontrar en la red, pero no sé dónde oí hablar de ella. No parece que se haya publicado nunca en papel en España, al menos no individualmente, pero si lo hizo como parte de alguna antología, no he podido encontrarla. Supongo que se trata de una novella, pero su extensión es considerable y si no iguala algunas de las novelas más cortas de su autor, poco se llevará.

El argumento me sonó terriblemente atractivo cuando lo conocí. En un futuro cercano, se ha descubierto el modo de resucitar a los muertos recién fallecidos. Jamás se explica porqué medio y no es relevante para la historia. Los muertos, sin embargo, viven en comunidades cerradas y se niegan a relacionarse con el resto del mundo. La novela sigue la historia de un joven viudo, que persigue por medio mundo a su recién fallecida mujer.

No sé que fue lo que me llamó más la atención, si el misterio de estas comunidades de fallecidos y porque motivo se niegan a volver a ver a sus seres queridos, o ese figura trágica del enamorado que no puede aceptar la pérdida de su amada, a la que estuvo unido hasta el día de su muerte. Supongo que es la enésima reinvención del mito de Orfeo, pero es lo que tienen los arquetipos, que te clavan sus dientes en la yugular.

La novela tienen mucho de bueno, pero en mi opinión Silverberg desperdicia el gigantesco potencial que tenía entre manos. Para empezar, le sobran unas cuantas páginas. Para muestra un botón: nada más empezar hay una fantástica descripción del Zanzíbar de la actualidad o, al menos, de cuando se escribió la novela. La fallecida esposa del protagonista era una estudiosa de la historia de Zanzibar, así que tiene sentido y uno piensa que la isla será el teatro del escenario en el que tendrá lugar la tragedia. Unas pocas páginas más tarde, los personajes abandonan la isla. ¿A que ha venido esto? ¿A demostrar lo culto que es Silverberg o a engrosar arbitrariamente el número de páginas? Quizá ambas cosas.

Hay también una descripción de otro monumento arqueológica (a los muertos les fascinan las tumbas) y de una reserva de caza en la que los muerto disparan a ejemplares de especies extinguidas, reanimadas por medio de la clonación y la ingeniería genética. Silverberg está más inspirado que otras veces. Son descripciones evocadoras y muy buenas. La reserva de caza es todo un hallazgo, Silverberg consigue que el lugar resulte repelente y fascinante, en vez de simplemente absurdo. Pero no pintan mucho en lo que se cuenta.

Y el drama no es tan dramático como debería. Al igual que el protagonista es rehuido por su esposa, Silverberg parece rehuir las confrontaciones dramáticas. Quizá por un exceso de pudor, por miedo a parecer ñoño. Cuando los personajes se encuentran, lejos de saltar chispas o las lágrimas, el autor se escurre con una ficticia lección de historia de Zanzíbar, que ni siquiera cuando, varias páginas después se descubra a cuento de que venía, tendrá mucho sentido.

Esta historia debería ser dramática, trágica, patética. Hay algo de ello, pero no tanto como podría. En mi opinión, no está a la altura de las expectativas.
Quizá el problema sean los capítulos que transcurren desde el punto de vista de los muertos, puesto que eliminan todo el misterio que les envuelve y, para colmo, se rebelan como unos egoístas snobs inaguantables, creídos y carentes de empatía, que se comportan como niños malcriados en cuanto tienen el menor contratiempo. El final es consecuente con esta naturaleza infantil e insensible de la otra vida, bastante lógico y desagradable.

Me ha parecido una buena novela, pero no tan buena como habría podido ser.

Este era mi último cartucho, la última obra de Silverberg que me quedaba por reseñar, todavía me quedan muchos relatos y una novela por leer, y eso sólo de lo que tiene publicado en español, en inglés ya ni hablamos, pero tendré que dejarlo hasta que volvamos a la normalidad.

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