“Los pecados de nuestros padres” de Lawrence Block.


Menos idolatrado que otros escritores de serie negra modernos, como James Ellroy, Lawrence Block es uno de los puntales actuales del género. Su personaje más famoso es Matt Scudder, un ex-policía alcohólico que ejerce de detective privado sin licencia o, por expresarlo con sus palabras, realiza favores a conocidos, que le regalan dinero en agradecimiento. 

El personaje ha sido llevado al cine en dos ocasiones, encarnado por Jeff Bridges (8 Million Ways to Die – 1986) y Liam Neeson (A Walk Among the Tombstones – 2014) 

“Los pecados de nuestros padres” es su primera aparición. Más un drama que un “hard boiled”, el argumento no puede ser más triste. Tras la muerte de una joven prostituta de lujo a manos de su compañero de piso, que poco después se suicida en prisión, el padre adoptivo de la joven contrata a Scudder para que indague en la vida y el carácter de la joven, que se había convertido en una extraña para él. Víctima y supuesto verdugo son los verdaderos protagonistas de la novela cuyas personalidades van definiéndose a medida que avanzan las pesquisas. 

Los comentarios que he leído sobre la saga de Matt Scudder inciden en que uno de sus grandes atractivos es seguir la evolución que los personajes, no sólo Scudder, van teniendo a lo largo de los libros. Dicho interés esta lógicamente ausente de la primera entrega. El debut del personaje me ha resultado algo flojo. Estando los dos personajes a desentrañar muertos, tal vez no podría hacerse de otro modo, pero Lawrence Block, a través de los labios de Matt Scudder, verbaliza demasiado a sus personajes, resulta demasiado explícito, lo deja todo mascado para que el lector no tenga la necesidad de encajar las piezas por sí mismo o pensar. Más parece el borrador de un estudio de personajes que una novela. Y Matt Scudder a veces parece una auténtica pitonisa, por lo detallado de las deducciones que hace a partir de unos datos muy escasos. 

El propio Scudder es un enigma. A pesar de ser el narrador único de toda la novela, es un hombre poco dado a la introspección. Aprendemos de él a partir de sus actos y sus palabras. Gran conocedor del alma humana, sentimiento de culpa omnipresente y descreimiento total; la escrupulosa objetividad con la que trata a sus interlocutores, a los que nunca juzga, contrasta con su escalofriante tendencia a tomarse la justicia por su mano. 

A pesar de que el personaje de Matt Scudder muestra un innegable potencial y de que Lawrence Block, como no podía ser menos en un escritor de serie negra, brilla en los diálogos, “Los pecados de nuestros padres” me ha resultado un arranque de serie más que discreto.

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