“Luces del norte” de Philip Pullman


 
Recuerdo que cuando vi en el cine “La brújula dorada” me pareció que como película no era gran cosa, aunque visualmente era impactante y que quería leerme los libros en que se inspiraba , algo que no me pasó con las películas de Harry Potter, por ejemplo, que nunca despertaron en mi el menor interés por la franquicia. Los comentarios posteriores que leí por Internet sobre el contenido anti-cristiano oportunamente eliminado en la película, no hicieron más que avivar mi interés. O algo parecido, porque la verdad es que han pasado años y años y he seguido postergándolo su lectura, hasta casi olvidar mi propósito. Ha sido el estreno de una serie de televisión lo que finalmente me ha recordado que comenzara la lectura de los libros. 

Ignoro por cierto, si esa serie está bien o mal, no la he visto. Si que vi, por cierto, la primera temporada de “Las crónicas de Shannara” y se merecen un premio a la peor adaptación jamás realizada de una novela y una de las peores series de televisión de todos los tiempos. 

Al igual que la película “Luces del norte” destaca por su “world building”, cómo odio esa palabra. El mundo que Philip Pullman crea es rico, fascinante y lleno de encanto. La ambientación es fantástica y nunca aturde con el exceso de detalles, al contrario que mi admirado China Mieville. La característica fundamental es que todos los seres humanos tienen un daemon, un ser con forma de animal al que están unidos psíquicamente. Los daemons de los niños cambian de forma continuamente, pero, al llegar a la edad adulta su forma animal se fija. Desde bastante pronto se mencionan la existencia de universos paralelos, de lo que deducimos que se trata de una Tierra alternativa. En general, su nivel tecnológico parece del periodo de entre-guerras de la primera mitad del siglo XX, hay algo parecido a la electricidad (puede que lo mismo, sólo que con otro nombre) armas de fuego, lanzallamas y ametralladores, los vehículos tienen motores, aunque sólo globos y dirigibles surcan los cielos (los aviones no deben de molar). La mayoría de los nombres geográficos son idénticos o parecidos a los de nuestro mundo. El último papa fijó su residencia en Ginebra y la iglesia es muy poderosa. También hay osos inteligentes y brujas. ¡Y las brujas mantienen cónsules en los países con los que tienen relaciones diplomáticas! 

La niña protagonista, Lyra es una niña bastante convincente. Cuando empieza la historia, su mayor preocupación es jugar y pasárselo bien. Es muy marisabidilla, cabezota y trolera, se asusta mucho y llora bastante, aunque, cuando la situación lo requiere, muestra una sangre fía impresionante. Lo que no me gusta es que, a sus espaldas, varios personajes secundarios comentan más de una vez que es “la elegida” que puede salvarnos a todos y el rollo mesiánico me tiene un poco harto. Tampoco me gusta que Lyra pronto y no se sabe muy bien como, aprende a manejar una máquina llamada Aletiómetro , que es capaz de proporcionarle toda la información que necesite, vamos un deux ex machine como una catedral. 

Philip Pullman es consciente de que escribe para un público eminentemente juvenil, lo que le lleva a emplear un estilo muy sencillo, cosa contra la que no tengo nada en contra, como ya dije muy evocador, en cuanto a lo que se refiere a la construcción del escenario y muy “sensorial”, esforzándose mucho en transmitir las sensaciones que viven los protagonistas. Aunque algunos capítulos se hacen un poco largos, en general el ritmo es endiablado. Nunca paran de suceder cosas y siempre mantiene la intriga y la expectación. Cuando la trama se acelera, en su segunda mitad, la cosa se pone emocionante y las escenas de acción están muy bien contadas. 

La conversación final entre Lyra y Lord Asriel me ha resultado escalofriante. No sé si es lo que el autor pretendería intencionadamente, pero, sin leer las continuaciones, parece una plasmación de la paranoia a la que puede llevar la intromisión del pensamiento religioso en el pensamiento científico. 

Es un libro muy imaginativo y ameno y he disfrutado mucho con su lectura. La mayor pega que le pongo : termina con un cliffhanger de primer orden. No es que en el epílogo ocurra algo que te deje con ganas de saber más, no, es que absolutamente todo se queda en el aire.

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