Existence (3) El rigor científico



Bueno, finalmente he acabado este libro.

Vamos a dividir la reseña en dos apartados.

En el primero, haré un par de anotaciones sobre esos aspectos de la ciencia ficción tan poco espirituales y artísticos y que supuestamente no tienen que influir en el disfrute de la lectura: los aspectos científicos.

Quede claro que no soy el científico de la familia y que esto pueden no ser más que viles cuñadismos.

SPOILERS
SPOILERS
SPOILERS

La sonda alienígena que encuentra Gerald Livingstone resulta ser un emisario, que contiene en su interior las digitalizaciones de noventa y tantos extraterrestres, cada uno de una especie distinta, junto con las instrucciones para crear más sondas. La intención del emisario es que la Tierra dedique todos sus recursos a producir y enviar al espacio nuevas copias suyas, a cada una de las cuales añadiría la digitalización de un humano. Afirma también que esa sería la única manera de preservar la especie humana, puesto que, inevitablemente, los planetas siempre son destruidos por las especies tecnológicamente avanzadas que dan a luz. (Es una carta en cadena)

David Brin es físico y describe de un modo convincente las odiseas de estas sondas. Lanzamiento, mediante caños de aceleración, despliegue de velas estelares, acelerones mediante disparos láser desde el planeta natal …

Los más listillos de mis lectores pueden creer que ellos serían capaces de escribir lo mismo, copiando fragmentos de “La paja en el ojo de Dios” pero no es tan fácil como parece, que yo ya lo he intentado. Así que vale, el camino de las sondas hasta el sistema solar, siempre a velocidades por debajo de la de la luz, es más o menos creíble. El problema son las propias sondas. Brin las describe como objetos de cristal, no excesivamente grandes, que pueden ser acarreadas por una sola persona con relativa facilidad, que no necesitan más fuente de energía que la luz del sol, que empiezan a funcionar con muy poco tiempo de carga y que, repito, pueden ejecutar simultáneamente alrededor de un centenar de personalidades (digamos AIs, que está de moda), cada una con su propio entorno virtual. ¿Tamaña capacidad de procesamiento con semejante fuente de energía? ¿En que se diferencia esto de la magia? Me da que en esta ocasión David Brin no consultó el argumento con Gregory Benford.

Además, está el tema de la curas “milagrosas” para dolencias neuronales, nunca suficientemente explicadas, con las que se pasa tres pueblos. ¿Un tratamiento que puede inocularse en una copa que deja sin efecto las sustancias (u otras cosas) a las que se es adicto? Venga ya … Mira que me gustaría que fuera real, mira que el momento en que se descubre a que es lo que era adicto el político de la subtrama  de Brookeman es todo un puntazo; mira que me gustaría aplicar ese tratamiento a todos los políticos, contertulios, presentadores de televisión, youtubers, cuñados, compañeros de cañas y, bueno, puede que volcarlo en el abastecimiento de agua corriente de todo el país, pero no es algo propio de un autor que está intentando ceñirse a los límites de lo posible, según el estado actual de la ciencia.

Y luego está el tema del autismo. En la novela aparecen tratamientos milagroso para el autismo, que permiten a los autistas relacionarse de modo normal con el resto de la humanidad sin perder sus habilidades especiales. Y lamentablemente, lo dice más de una vez. Es decir, está asumiendo que todos los autistas tienen habilidades de genio, ya sean matemáticas o de otro tipo. Son los únicos autistas que salen en la ficción, supongo que porque tener un personaje con habilidades increíbles siempre es útil para salvar el día o para servir de motor de una historia (en esta misma novela ocurre). Personalmente, yo he conocido a dos niños autistas y ninguno de ellos era un genio de las matemáticas. También he conocido a innumerables niños y adultos que tampoco lo eran y no eran autistas, dicho sea de paso. Google dice que apenas el diez por ciento de los autistas pertenecen a ese tipo y ya me parecen muchos. ¿Tanto cuesta documentarse un poco antes de abrir la boca? Es evidente que en esta novela David Brin procuró ser menos fantasioso que en otras, pero parece que todo se quedó en respetar el límite de la velocidad de la luz.

Comentarios

  1. Por cierto, ¿alguien sería capaz de explicarme el concepto de lente gravitatoria? Ya me lo he encontrado un par de veces y creo que no termino de pillarlo.

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