“Los cuentos de Rocavarancolia”. de José Antonio Cotrina



            No puedo decir que la idea me ilusionara mucho, una recopilación de micro relatos publicados inicialmente vía twitter, pero Cotrina anda convirtiéndose en uno de mis autores favoritos, la ciudad de Rocavarancolia es uno de los entornos mas fascinantes a los que ha viajado mi imaginación estos últimos años y el precio era ajustado (mínimo un euro, recomendado 2, cuando lo adquirí), no sé si decir que barato, porque es un librito muy corto, de apenas cien páginas.

            En cualquier caso, fue una buena adquisición. Cotrina expande el final del ciclo de la Luna Roja, que, cómo por desgracia para los protagonistas me temía, no fue tan feliz para los protagonistas que quedaron con vida como parecía. Así, les veremos enfrentarse a nuevas amenazas, aumentar sus filas con nuevos cosechados, ahora voluntarios y enfrentarse a nuevos desafíos.

            Rocavarancolia sigue siendo un lugar tan fascinante como recordaba, donde lo maravilloso convive con lo horrible y la crueldad con destellos de inesperada ternura. La brevedad de los capítulos hace que algunos parezcan meros bosquejos de personajes, o de lugares, pero es una falsa impresión. Haya ocurrido por accidente, a medida que los micro relatos sembraban gérmenes de nuevas tramas en la mente del autor, o siguiendo un plan meticulosamente concebido, en el fondo, lo que tenemos aquí es una novela. Poco a poco, las personajes y los apuntes de tramas se van hilvanando en la madeja de una historia, que aunque acaba, deja muchos cabos sueltos, que imagino serán aprovechados en próximas entregas.

            La brevedad de la estructura elegida, obliga a despojar el estilo de todo artificio, separar el grano de la paja e ir directo a lo fundamental. Cotrina sale triunfador con nota del desafío, la escritura es brillante. Por supuesto que no es un libro, perfecto, nada en este mundo lo es, aunque a los fans de la Luna Roja les cueste admitirlo. Algunas veces se echaría en falta más páginas, aunque por otra parte sea refrescante liberarse de la elefantiasis de la literatura fantástica moderna. Es difícil explicarlo sin spoilers, pero el modo en que se convence a un adversario de que cambie de actitud se parece demasiado al modo en que se arregla la crisis principal, es como si ejecutaran el mismo truco dos veces seguidas, eliminando la capacidad de sorpresa.

            Y por último el personaje de Héctor. Aunque a mi, personalmente me gustaba mucho al principio, cuando era un muchacho gordito, torpe y gallina, Héctor brillaba al final de la saga, a pesar del escaso papel que terminaba teniendo en el desenlace, por el empeño en que se aferraba a su humanidad. A pesar de sus transformaciones físicas Héctor no se convertía en un monstruo porque elegía no hacerlo. Ahora se ha convertido en algo así como la conciencia del grupo, no estaría mal sino fuera porque apenas participa en las crisis. Ni lucha, ni aporta ideas, ni su presencia tiene relevancia. Lo único que hace es lamentarse por lo poco ético de las acciones que llevan a cabo, aunque no ofrezca alternativas. Si no se enmienda pronto, a los lectores les va a empezar a parecer un llorón insoportable.

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