“Galveston” de Nic Pizzolatto




Ni la primera temporada de “True detective” me pareció tan buena, ni la segunda tan mala. Tras finalizar el visionado de la segunda, decidí darle una oportunidad a esta novela, por lo que sé, la única hasta ahora escrita por el guionista de la serie.

No soy un experto en literatura de serie negra, aunque me encanta el cine. Adoro a Raymond Chandler, pero mis historias favoritas no son las de detectives privados, sino las protagonizadas por delincuentes. “Galveston” es el tipo de historias que me gustan: Roy Cady es un maduro matón profesional que acaba de descubrirse víctima de un cáncer terminal. Como las desgracias nunca vienen solas, poco después su jefe intenta deshacerse de él. En el subsiguiente baño de sangre, Roy se hace con pruebas incriminatorias que podrían mandar a su ex jefe a prisión y termina cargando con una joven prostituta que tuvo la mala suerte de verse envuelta en todo el fregado, junto con una pequeña pariente de ésta. No se le ocurre nada mejor que ir a refugiarse en Galveston, Texas, la ciudad en la que por una breve e idealizada temporada, fue feliz.

En este tipo de historias, a su modo, hay mucho de tragedia griega. Ya desde el primer momento, mucho antes de que empiece la segunda línea temporal, veinte años después sabemos que las cosas no van a terminar bien, que sus no muy convincentes intentos de hacer lo correcto sólo van a servir para que Roy se hunda mas y mas en el abismo. La tristeza el fatalismo están presentes casi desde la primera página, junto con una violencia muy cruda y explícita.

Hay que reconocerle a Pizzolatto que no hace concesiones, ni respecto al uso de la violencia ni con sus personajes. Rocky, la prostituta casi adolescente, dista mucho de ser una angelical dama en apuros, pero Roy, la estrella de la función, no es precisamente un héroe. Capaz de lo mejor y lo peor, no duda en comportarse en ocasiones con crueldad, si la ocasión lo requiere y tras su fachada de tipo duro esconde mas debilidades de lo que parece. Roy es el narrador, la voz que sostiene y une el relato y lo hace convincentemente. Los mejores momentos de la novela, para mí, son en los que se enfrenta a sus propias mentiras y descubre las verdades amargas que constituyen su vida.

Los diálogos son bastante naturales y carecen de la pretenciosidad verbosa que hicieron famoso a Pizzolatto. Éste también tiene buena mano en la descripción de ambientes, que es otro de sus atractivos de la novela. Por el lado negativo, la falta de originalidad. Abusa demasiado de los tópicos del género, en innumerables ocasiones te da la sensación de que esto que estás leyendo ya lo has visto en alguna película.

La narración, por cierto es muy cinematográfica, como si Pizzolatto no tuviera claro si escribir una novela o el guión de una película, o si se decidiera a escribir la novela de la película que no consiguió que se filmara.

En cualquier caso, los pros superan los contras. Aunque imperfecta, es una novela atractiva, seca, áspera . A ratos, conmovedora. Hay modos mucho peores de pasar un rato.

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