“Earth: Final Conflict” una serie por encima de sus posibilidades.



Ahora que vivimos una época de devoción por las series de televisión, no está de mal recuperar el recuerdo de ésta, emitida originalmente entre 1997 y 2002, hace ya la friolera de 15 años.
Para los que sean demasiado jóvenes para recordarla, esta serie, supuestamente fruto de las notas de proyectos nunca realizados de Gene Roddenberry, empezaba 3 años después de que unos extraterrestres benévolos, los Taelons se aposentaran en la Tierra, trayendo la solución a males como el hambre, la enfermedad y la guerra, aunque no todo está tan claro sobre los Taelons y muchos sospechan que tienen secretos y objetivos ocultos que no supondrían nada buena para la humanidad. Los diferentes héroes de la serie son todos humanos infiltrados en el servicio de los Taelons, que fingen colaborar con ellos mientras los espían.

Resulta sorprendente que nadie se haya planteado hacer un remake de esta especie de cruce entre “V” y “Expediente X”. Quizá el nombre de Gene Roddenberry haya pesado demasiado, o lo hayan hecho los derechos de sus herederos. La premisa es terriblemente atractiva y la doble vida de sus protagonistas ofrece múltiples posibilidades para el suspense y el dramatismo: caminan por el filo de la navaja, siempre a punto de ser descubiertos y debatiéndose entre problemas de conciencia y lealtades divididas. Es más, sólo un personaje permaneció fijo entre sus cinco temporadas, anticipándose a la moda de los taquillazos actuales, en los que la audiencia se gana a fuerza de defunciones, aunque eso se debió mas que a la audacia de sus creadores a lo poco restrictivo de los contratos de sus actores.

Earth: Final Conflict” es una serie fruto de su tiempo, no está a la altura del nivel de sofisticación que ha alcanzado la televisión actual, tanto de guión como de puesta en escena. La realización es completamente impersonal, los guiones, rutinarios, las interpretaciones, siendo benevolentes, discretas. A pesar de ello y de los, tan innumerables como absurdos, intentos de hibridación humano-Taelon, se notaba en esta serie un esfuerzo por intentar hacer las cosas bien, por ser originales y explorar ideas inhabituales en el medio televiso de aquel entonces. En mi opinión, esta voluntad de superación la hace destacar entre las series de ciencia ficción contemporáneas. Incluso hay un intento de desarrollar un arco argumental a largo plazo, bastante ambicioso y en el fondo fallido. Esta serie es anterior a la entronización de los show runners, no hay ningún Straczinsky detrás de ella guiando todas las tramas hacia una conclusión lógica y con uno o varios destinos en mente para cada personaje. La ausencia de una mano firme en la producción ejecutiva y las salidas de los actores dan al arco argumental un tono improvisado, propenso a las incoherencias, cuyo epítome está en la figura de William Boone, protagonista de la primera temporada que:
 
 
- Parece morir, como cliffhanger final de la misma.
- Se insinúa que ha resucitado, aunque interpretado por otro actor, en la segunda temporada, sólo para darle una muerte mas dramática y significativa.
- Se le resucita por completo en la quinta temporada, interpretado de nuevo por Kevin Kilner.
- Sólo para que se nos comunique su muerte definitiva, al final de la misma, aunque fuera de cámara, sin que nadie la presencie.

Sin embargo, si estoy escribiendo esta entrada, no es tanto por lo que fue o no esa serie, sino por lo que pudo haber sido, por la potencia de sus metáforas. Es por eso que he subtitulado este post “Una serie por encima de sus posibilidades, porque lo que yacía bajo un envoltorio, las mas de las veces, mediocre, era un sustrato increíblemente atractivo, que excedía el talento y el entusiasmo de los que participaron en su producción.

Hablando claro, pocas veces he visto en la ficción una metáfora mas impactante del imperialismo y el colonialismo. Los taelons aparecen y, de repente, toda la humanidad se ve convertida en una nación del tercer mundo. Los taelons inundan a la humanidad con una tecnología innegablemente superior, pero que esta es incapaz de replicar y comprender, volviéndose tecnológicamente dependiente de sus productos. Se convierten en las nuevas celebridades mundiales, la moda les imita y surgen incluso cultos religiosos a su alrededor. Paralizan cualquier desarrollo propio e imponen sutilmente su propia cultura y sus valores y lo hacen convencidos de obrar por el bien de la humanidad. Una humanidad hacia la que la mayoría de ellos no siente mas que un ligero menosprecio. Hasta los taelons mas positivos (a veces parece que solo hay uno, el personaje de Da´an) consideran que su cultura es innegablemente superior. Lobotomizar a sus guardaespaldas para lavarles el cerebro les parece lo mas normal del mundo y en ocasiones usan del modo mas vil a los seres humanos, siempre con la connivencia de sus gobiernos.

El momento culminante de esta metáfora, es para mi el capítulo en el que se descubre que los taelons han creado instituciones benéficas, orfanatos, en los que se forma a los niños humanos en sus superiores valores. No tarda en descubrirse que los jóvenes formados en dichos centros, pasan a formar parte de un ejército en el que son usados como carne de cañón, voluntaria y entusiasta, en batallas allende el sistema solar, contra un imperio galáctico rival, del que nada sabe la Tierra y a la que poco puede importarle.

Según he oído, la serie recibió críticas por su supuesto contenido anti americano.

Pero eso no es todo. Entro ya de lleno en el terreno de los spoilers, porque lo que relato a continuación forma parte de la cuarta temporada, que, por lo que sé, jamás ha sido emitida en España ni en castellano.

Como en toda buena ciencia ficción pulp, la tecnología taelon está viva, no es tanto manufacturada sino cultivada y además, se basa en la energía, no en la materia.

Pues bien, en la cuarta temporada, la victoria final de la resistencia es arrebatada de las fauces de la catástrofe, no merced a uno de sus múltiples y heroicos sacrificios, sino por el avance inexorable de la entropia. A los artefactos taelons se les agotan las pilas. Como entes vivos que son, empiezan a enfermar y morir. Mientras sus naves se derrumban, los propios taelons lo hacen pasando de ser los señores de la creación a una especie en vías de extinción, a la que sus propios enemigos intentarán salvar.

De metáfora del imperialismo, en su tramo casi final, la serie se convierte en una metáfora del agotamiento de los recursos naturales, igual de impactante. No está mal para una serie de televisión canadiense de bajo presupuesto y menores pretensiones.

Lástima de quinta temporada. 3 años anterior a la publicación de la novela “Crepúsculo”, aunque posterior a las novelas de Anne Rice, se la podría considerar una advertencia contra la marea de ficción vampírica que estaba a punto de invadirnos, tan acertada como el resto de las temáticas de la serie, no se puede decir que sea igual de interesante.

 

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