"El dinamitero" de Robert Louis Stevenson
La existencia de bibliotecas públicas me ha permitido degustar la novela "El dinamitero", que supone un broche final a “Las nuevas noches árabes”, incluidas en los cuentos completos de Robert Louis Stevenson con el título de “Mas mil y una noches”.
Ahora que estoy profundizando en su obra de estoy descubriendo una cosa: a Robert Louis Stevenson no le gustaba nada trabajar. No se trata solo de que en su bibliografía figure un “Elogio de la pereza”, para él, la condición de “asalariado” era la mas denigrante que existe. El hombre no había sido creado para ser esclavo de un horario sino para vagabundear, pasear, observar a la gente común, conversar agradablemente con sus amigos a cualquier hora del día o de la noche y levantarse tarde. Difícil de discutir, pero complicado de llevar a cabo.
En sus historias es habitual la figura de un señorito de buena familia, que ha recibido una buena educación y que, sin embargo, subsiste como puede únicamente gracias a una exigua pensión que le proporciona un albacea. A veces ni eso. Las simpatías de Stevenson hacia este tipo de figuras son evidentes.
Tres personajes de este tipo coinciden casualmente en un salón de fumar y acuerdan transgredir sus rutinas; la próxima vez que cada uno de ellos se encuentre ante lo inesperado, abrazará la oportunidad y se lanzará de cabeza a una aventura que le permita ejercer sus capacidades detectivescas y luego se volverán a reunir, para compartir sus gestas respectivas. Las historias de los tres jóvenes se entrecruzarán a partir de personajes comunes. Y como era de esperar, los tres jóvenes saldrán trasquilados de la experiencia.
Esta novela fue escrita por Stevenson en colaboración con su mujer Fanny Van Der Grift Stevenson y, aunque corregidos posteriormente por él, los capítulos “El ángel de la destrucción” y “La historia de la encantadora cubana” fueron escritos por ella en su totalidad. Me enteré mientras estaba leyendo el primero y fue un gran alivio, porque tengo a Stevenson en un pedestal y su lectura se me estaba haciendo insoportable. La artificiosidad del lenguaje, la cantidad de lugares comunes y amaneramientos me hacían creer que estaba leyendo una parodia de los folletines victorianos, en lugar de una obra de la época, solo que maldita la gracia que tenía. Era como esas cansinas exageraciones de los pulps, tan difíciles de leer, en las que a veces se enfrasca Allan Moore.
Y sin embargo… La cosa es que, a medida que ese capítulo se va volviendo cada vez mas delirante, también engancha cada vez mas y al final me tenía con el corazón en un puño. O lo mas cercano que puede estar un lector encallecido como yo. Y cuando en el capítulo siguiente descubres la verdad tras esos delirios, no pude menos que sonreír y reírme de mi mismo, tanto como del personaje que llevaba la batuta en aquel momento. Bravo, Stevenson y señora.
Robert Louis Stevenson tiene varias obras poco conocidas. Mientras que “La resaca”, también conocida como “Bajamar”, me pareció un gran novela, injustamente olvidada, “El dinamitero” tiene su olvido mucho mas merecido. No deja de ser un divertimiento, que puede incluso irritar al lector moderno, porque el tema principal de la novela es el terrorismo y podría acusarse al autor de tratarlo con frivolidad. Los terroristas de “El dinamitero” son intencionadamente ridículos, incompetentes, asustadizos, infantiles, de una crueldad tan absurda que los emparenta con los supervillanos y los genios del mal. Cero, a su modo el mejor personaje de la obra, resulta casi simpáticos, por su educación, su búsqueda de afecto, su entusiasmo y su inutilidad.
Tal vez Stevenson lo hizo aposta, para mostrar el absurdo de intentar defender causas justas masacrando inocentes. No me entiendan mal, ya desde las primeras páginas, la dedicatoria, condena enérgicamente el terrorismo y no muestra la menor duda en su postura moral, pero esa condena resulta demasiado fría y solemne, no puede decirse que llegue a conmover.
Me estoy metiendo en aguas demasiado revueltas. Consideraciones morales aparte, ciñéndome a lo puramente literario, me he referido antes a la novela como un “divertimiento” que no un “mero divertimiento” y que conste que no tengo nada en contra de los divertimientos, es mas, me encantan. Con esas palabras quiero decir que Stevenson es mucho Stevenson. Hay mucho provecho que puede sacarse de “El dinamitero”. Incluso una obra menor de Stevenson tiene fragmentos como “La historia de la bomba de Cero” que narra como el personaje de M'Guire se pasea por todo Londres intentando deshacerse de un maletín que contiene una bomba de relojería, con la cuenta atrás acercándose peligrosamente a su final y que, además, estallará si se abre el maletín. Este fragmento es, pura y llanamente, una obra maestra. Aparte de él, hay otros momentos muy emocionantes en la novela, la intriga y el suspense conviven con paletadas de sentido del humor e ironía supervisadas por una visión de la naturaleza humana tan pesimista como benevolente. Por si estas fueran pocas razones para leer “El dinamitero”, añadiré que sale el príncipe Florizel.
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