“Arañas de Marte” de Guillem López



Durante el aniversario de la muerte de su hijo Joan, Hanne sufre un ataque epiléptico. El reconocimiento médico posterior revela que su cerebro esta lleno de desconcertantes agujeros o manchas, tal vez un tumor cerebral. A partir de aquí, el relato se mueve hacia delante, hacia atrás y hacia los lados. El lector se enfrenta a capítulos en que se narra el pasado de Hanne, pero en los que el pasado no encaja con su realidad presente (hay pequeños detalle, tatuajes que aparecen y desaparecen) y que concluyen con la intromisión de lo incomprensible y lo portentoso (agujeros negros que aparecen en medio de una casa, visiones, hecatombes)

A peor: también hay capítulos en los que Joan está vivo y Hanne no, o en que Joan sobrevivió, pero su padre abandonó a Hanne. Tal vez Hanne se esté volviendo loca, tal vez su cerebro dañado esté reconstruyendo su pasado con recuerdos inventados, o con sueños. Tal vez esté accediendo a universos paralelos, o creándolos. Tal vez la realidad no sea mas que una construcción del cerebro. O tal vez unas arañas alienígenas de otra dimensión le estén devorando el cerebro. O tal vez Guillem López haya escrito esta novela como aquel poema ficticio de Borges, que exploraba todos los desenlaces posibles de una batalla.

Este libro no es para mí. Soy un lector muy clasicote, de los que les gusta que les cuenten una historia, con planteamiento, nudo y desenlace. Desde este punto de vista, no debería poder decir que haya encontrado mucho de interés en el libro, no he tenido sensación alguna de progresión dramática, ni de desenlace. Fuera de los dos primeros capítulos, los demás podrían leerse en cualquier orden. Me pregunto si no sería adecuado hablar de un fix-up de relatos relacionados, mas que de una novela. También prefiero un estilo literario “transparente”, una prosa en principio menos elaborada, como la de Karin Tidbeck en mi anterior entrada.

Pero todo eso son criterios subjetivos, “me gusta” y “no me gusta”, pulgares hacia arriba en facebook. Si tengo que ser objetivo, interpreto que lo que Guillem López se proponía era transmitir al lector la fragilidad, no solo de nuestros recuerdos, sino de toda la realidad. La inestabilidad cuántica de la realidad, si nos ponemos. Si mi interpretación es correcta, ha logrado su objetivo. Al contrario de lo que suele suceder, Intenciones y resultados concuerdan en esta obra.

Y no sólo eso. Vértigos demenciales aparte hay un retrato muy certero de personajes, de la pérdida y de como la gente se enfrenta a ella y sobre todo, de la depresión. Este no es un libro para lectores impresionables. Si me ha causado mal rollo no ha sido por la destrucción de Valencia ni por los horrores que acechan en los armarios, sino por lo que tiene de inmersión en la mente de una persona destrozada, que pierde o está perdiendo el control de su vida y es incapaz de rehacerse. Sin sentimentalismos ni ternurismos. Guillem López no juzga a sus personajes, pero tampoco les ofrece la menor compasión.

Por último resaltar que, independientemente de mis preferencias estilísticas, “Arañas de Marte” está bien escrito. Muy bien escrito. Condenadamente bien escrito. Me resulta increíble la cantidad de recursos que tiene este hombre, la creatividad aparentemente infinita que muestra en cada capítulo y cada párrafo, el aluvión de metáforas, imágenes y diálogos sorprendentes y originales que fluyen por este libro. Guillem López sería capaz de describir una hoja en blanco durante un capítulo entero y mantener al lector boquiabierto y maravillado durante su lectura. Sería capaz de lograr lo mismo en diez capítulos, cada uno describiendo de forma distinta y fascinante la misma hoja en blanco.

Aunque en este caso no haya podido conectar con la propuesta del libro, ahora mismito me voy a comprar “La polilla en la casa del humo”. Debo ser una víctima de la presión mediática.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

“El fin de la muerte” de Cixin Liu

“El despertar del leviatán” de James S. A. Corey

"Mark" de Robin Wood y Ricardo Villagrán