“La taza de oro” de John Steinbeck
En esta pequeña joya, el premio novel estadounidense John Steinbeck narra la vida del famoso pirata Henry Morgan. Lo hace como si fuera una fábula o una parábola, empleando un lenguaje muy poético y melancólico. Steinbeck nos presenta a Henry Morgan como a un soñador, condenado a matar sus sueños, a fuerza de lograrlos.
Esta ansía por cumplir sus anhelos infantiles le harán abandonar su Gales natal, que se describe de un modo muy romántico e idealizado, cruzar el atlántico y establecerse en las Indias occidentales, donde emprenderá un cuidadoso ascenso, de esclavo a caudillo pirata. Morgan se mueve de triunfo en triunfo y cada victoria supone para él una decepción. Cada vez que logra una de sus metas, pierde todo interés en ella, no comprende como pudo desearla y pasa a centrarse en la siguiente. Dejo al lector que imagine lo que desencadenará la consecución de las ambiciones de toda su vida.
A pesar de contar la vida de uno de los mayores piratas de todos los tiempos, ésta mas que una novela de aventuras es una novela sobre los sueños. Los que renunciaron a ellos, como el padre de Morgan que no abandona su valle natal en toda su vida y los que luchan por ellos, como él, condenados a toparse con su banalidad. Tampoco insistiré sobre cual de los dos es mas feliz.
Morgan es un soñador, pero un soñador pragmático. Cualquier medio le parece bueno para conseguir sus fines. Jamás se cuestiona sus actos. No tiene escrúpulos ni remordimientos. A pesar de su tono elegíaco, esta novela presenta un retrato de Henry Morgan mucho más realista que el de varios documentales que he visto sobre los piratas, en los que el público y los historiadores anglosajones no pueden ocultar sus simpatías. No elude la faceta mas oscura de Morgan, aunque no escarba en ella: pasa de puntillas por las atrocidades cometidas en Maracaibo, omite las de Portobelo y sólo se menciona a dos de sus antiguos compañeros piratas a los que hizo ahorcar, ya como gobernador de Jamaica.
La prosa de Steinbeck es, por decirlo con una sola palabra, excelente. Sencilla, elegante, poética. El libro está llenos personajes fascinantes caracterizados con apenas una pincelada y de descripciones llenas de color, narrado todo con una facilidad y un sentido del ritmos magníficos. Aunque es una novela corta, ocurren un montón de cosas (los acontecimientos de toda una vida y una vida muy ajetreada) pero nunca se tiene sensación de apresuramiento.
La novela produce, en cambio, una sensación de serenidad y tristeza, atenuada por algún momento irónico. Por buscarle tres pies al gato, podría decir que el modo en que se expresan los personajes en los diálogos tiende a la grandilocuencia y que puede resultar inverosímil en muchos de ellos, pero aún esto es adecuado, dentro de las dimensiones de fábula o parábola del relato. La única vez en que uno de ellos resulta cargante, el autor lo hace intencionadamente, pues el personaje se convierte en objeto de burla de su interlocutor.
A pesar de la escasa simpatía que le tenía Luis Buñuel, parece que John Steinbeck no ganó el premio novel en una tómbola.
Esta ansía por cumplir sus anhelos infantiles le harán abandonar su Gales natal, que se describe de un modo muy romántico e idealizado, cruzar el atlántico y establecerse en las Indias occidentales, donde emprenderá un cuidadoso ascenso, de esclavo a caudillo pirata. Morgan se mueve de triunfo en triunfo y cada victoria supone para él una decepción. Cada vez que logra una de sus metas, pierde todo interés en ella, no comprende como pudo desearla y pasa a centrarse en la siguiente. Dejo al lector que imagine lo que desencadenará la consecución de las ambiciones de toda su vida.
A pesar de contar la vida de uno de los mayores piratas de todos los tiempos, ésta mas que una novela de aventuras es una novela sobre los sueños. Los que renunciaron a ellos, como el padre de Morgan que no abandona su valle natal en toda su vida y los que luchan por ellos, como él, condenados a toparse con su banalidad. Tampoco insistiré sobre cual de los dos es mas feliz.
Morgan es un soñador, pero un soñador pragmático. Cualquier medio le parece bueno para conseguir sus fines. Jamás se cuestiona sus actos. No tiene escrúpulos ni remordimientos. A pesar de su tono elegíaco, esta novela presenta un retrato de Henry Morgan mucho más realista que el de varios documentales que he visto sobre los piratas, en los que el público y los historiadores anglosajones no pueden ocultar sus simpatías. No elude la faceta mas oscura de Morgan, aunque no escarba en ella: pasa de puntillas por las atrocidades cometidas en Maracaibo, omite las de Portobelo y sólo se menciona a dos de sus antiguos compañeros piratas a los que hizo ahorcar, ya como gobernador de Jamaica.
La prosa de Steinbeck es, por decirlo con una sola palabra, excelente. Sencilla, elegante, poética. El libro está llenos personajes fascinantes caracterizados con apenas una pincelada y de descripciones llenas de color, narrado todo con una facilidad y un sentido del ritmos magníficos. Aunque es una novela corta, ocurren un montón de cosas (los acontecimientos de toda una vida y una vida muy ajetreada) pero nunca se tiene sensación de apresuramiento.
La novela produce, en cambio, una sensación de serenidad y tristeza, atenuada por algún momento irónico. Por buscarle tres pies al gato, podría decir que el modo en que se expresan los personajes en los diálogos tiende a la grandilocuencia y que puede resultar inverosímil en muchos de ellos, pero aún esto es adecuado, dentro de las dimensiones de fábula o parábola del relato. La única vez en que uno de ellos resulta cargante, el autor lo hace intencionadamente, pues el personaje se convierte en objeto de burla de su interlocutor.
A pesar de la escasa simpatía que le tenía Luis Buñuel, parece que John Steinbeck no ganó el premio novel en una tómbola.
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