“El hacedor de estrellas” de Olaf Stapledon.


Permítanme que me ponga nostálgico. Uno de mis primeros libros de ciencia ficción, es decir, uno de los primeros que me regalaron, fue el número cuatro de la antología “Imperios Galácticos” recopilada por el recientemente fallecido Brian Aldiss. En ella, cada sección en la que el antologista agrupaba los relatos venía precedida por una cita de “El hacedor de estrellas” de Olaf Stapledon. Recuerdo la sensación que me produjo la lectura de aquellos párrafos grandilocuentes y alucinados. Pensaba que aquella novela debía ser un tremendo coñazo.

Sin embargo, aquellas pequeñas píldoras de pretenciosidad tenían algo que encendía la imaginación y que despertó mi curiosidad. Por eso ahora, tantos años después, he decidido darle una oportunidad. ¿Que opinión merece ahora la obra completa, ante los ojos de un hombre madura, tan distinto del adolescente que fui?

Bueno, en el prólogo de Jorge Luis Borges éste dice:

Hacia 1930, ya bien cumplidos los cuarenta años. William Olaf Stapledon abordó por primera vez el ejercicio de la literatura. A esta iniciación tardía se debe el hecho de que no aprendió nunca ciertas destrezas técnicas y de que no había contraído ciertas malas costumbres. El examen de su estilo, en el que se advierte un exceso de palabras abstractas, sugiere que antes de escribir había leído mucha filosofía y pocas novelas o poemas.

O dicho en otras palabras, el estilo de Olaf Stapledon es mas árido que la superficie de un desierto y convierte la lectura de sus obras en una auténtica travesía del Sahara. A ello hay que añadir que llamar a este libro novela es bastante inexacto. Veamos su argumento. Una noche, el narrador sube a una colina y se queda traspuesto, cual San Juan. En ese rapto místico, su alma se interna en las profundidades del espacio y el tiempo, vagando de mundo en mundo y fusionándose con las de otros viajeros mentales como él, lo que le permite ser testigo de la existencia de mas o menos toda la vida inteligente del universo, hasta su total existencia.

Esto si que es “literatura de ideas” y no lo que entendemos normalmente como tal. El protagonismo se da a las especies y a las sociedades, los individuos brillan por su ausencia. No es que los personajes carezcan de interés, es que no hay. El “Hacedor de estrellas”, al que hace referencia el título, la voluntad oculta y el poder definitivo que creó las estrellas, otra vez hablando en plata, es Dios, que también aparece hacia el final del libro.

Es un libro ambicioso hasta alturas astronómicas, mas cercano a un tratado filosófico que a una novela. Difícil de leer y, sí, aburrido, muy aburrido. Sin embargo, la desbordante imaginación de su autor hace que la travesía no resulte completamente infructuosa para el lector. Aunque algunas de sus ideas ya resulten muy ingenuas a un lector moderno, otras son muy atractivas y en sus muchas e interminables descripciones de otras especies, probablemente aparezcan algunos de los alienígenas más originales de la historia de la ciencia ficción.

Comentarios

  1. Se me hizo muy pesado. Recuerdo que lo leí durante una larga travesía en bici y me costó horrores terminarlo. No es una lectura para hacer de albergue en albergue.

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  2. Pesadita es, no cabe duda. Eso de ir de albergue en albergue parece muy cansado. Veo que hay un soyuz que lleva tu nombre.

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  3. Recién salido del horno. Hasta le he hecho un booktrailer y todo.

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    1. Encuentro ese comentario un poco parco. Como buen escritor con novedades, deberías aprovechar para hacerte publicidad y poner un enlace al booktrailer. ¡RECUERDA A PACO UMBRAL!

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  4. Hombre, es que no es mi casa para decorarla sin permiso... ¡pero me doy por invitado!
    https://www.youtube.com/watch?v=tjPSTBpJ4hg

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    1. El booktrailer, como poco es intrigante. Cuanto menos, ha despertado mi curiosidad.

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  5. Pues si en alguna ocasión lo lees me encantaría conocer tu opinión, aunque no la publiques.

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