“La zona” de Juan Miguel Aguilera y Javier Negrete
Ya dije en mi reseña de Melanie que le había acabado cogiendo manía a las historias de zombies. Y sin embargo, aquí estoy de nuevo, merced al influjo que tiene sobre mi persona ver el nombre de Javier Negrete en una portada.
“La zona” es una novela de zombies. Perdón, de infectados, que es como les llaman ahora. No pretende ser la dignificación del género, si es que éste existe. Ni siquiera una vuelta de tuerca original al mismo. Lo que sus autores han hecho es una aplicación inteligente y profesional de todas sus reglas y lugares comunes. De estos últimos, no falta ni uno sólo, desde el variopinto grupo de personas atrapadas en un entorno cerrado, hasta la llegada de los equipos de limpieza de la malvada multinacional de turno, que está detrás de todo el desaguisado.
Hay varios puntos, sin embargo, que elevan su interés muy por encima de la media.
Una protagonista traumatizada por sus experiencias en Irak, un ayudante clavadito a un personaje de “La red de Indra”, novela de Juan Miguel Aguilera… Los personajes son tópicos, pero cada uno tiene su propia personalidad. Están bien caracterizados, no son meros aperitivos para las hordas de zombies, digo infectados.
Hay una inusual atención a los aspectos científicos. Diría que es la primera vez que veo una epidemia zombie (¡otra vez esa palabra!) que me resulte creíble y hasta hay alguna reflexión interesante.
Y hay una cierta crítica social, muy interesante y atrevida, sobre la explotación a la que son sometidos los inmigrantes que cruzan el estrecho y como los seres humanos abusan unos de otros.
Pero, sobre todo, lo que hay es un gran sentido del ritmo, una gran habilidad para mantener el suspense y la emoción y una auténtica maestría en las escenas de acción, que consiguen mantenerte pegado a tu asiento, mucho mejor que innumerables películas.
Novela impersonal, que no inventa nada, pero escrita con notable profesionalidad y eficiencia. Adictiva de narices.
“La zona” es una novela de zombies. Perdón, de infectados, que es como les llaman ahora. No pretende ser la dignificación del género, si es que éste existe. Ni siquiera una vuelta de tuerca original al mismo. Lo que sus autores han hecho es una aplicación inteligente y profesional de todas sus reglas y lugares comunes. De estos últimos, no falta ni uno sólo, desde el variopinto grupo de personas atrapadas en un entorno cerrado, hasta la llegada de los equipos de limpieza de la malvada multinacional de turno, que está detrás de todo el desaguisado.
Hay varios puntos, sin embargo, que elevan su interés muy por encima de la media.
Una protagonista traumatizada por sus experiencias en Irak, un ayudante clavadito a un personaje de “La red de Indra”, novela de Juan Miguel Aguilera… Los personajes son tópicos, pero cada uno tiene su propia personalidad. Están bien caracterizados, no son meros aperitivos para las hordas de zombies, digo infectados.
Hay una inusual atención a los aspectos científicos. Diría que es la primera vez que veo una epidemia zombie (¡otra vez esa palabra!) que me resulte creíble y hasta hay alguna reflexión interesante.
Y hay una cierta crítica social, muy interesante y atrevida, sobre la explotación a la que son sometidos los inmigrantes que cruzan el estrecho y como los seres humanos abusan unos de otros.
Pero, sobre todo, lo que hay es un gran sentido del ritmo, una gran habilidad para mantener el suspense y la emoción y una auténtica maestría en las escenas de acción, que consiguen mantenerte pegado a tu asiento, mucho mejor que innumerables películas.
Novela impersonal, que no inventa nada, pero escrita con notable profesionalidad y eficiencia. Adictiva de narices.
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