Ecos, homenajes, guiños…


Nada me molesta más en las reseñas, ya sean de novela, cine o cómic, que la ceguera de considerar una obra sólo como la suma de sus influencias, en vez de intentar analizar el valor que tienen por sí mismas. Es algo muy extendido y, lo triste, es que a veces se hace con buena intención. En el cómic, todo dibujante parece ser una amalgama de Jack Kirby, Mike Mignola y Frank Miller. No hay cineasta comercial, con un mínimo de profesionalidad, que no muestre “ecos” de Sergio Leone, salvo, en el género del terror, los múltiples aprendices de John Carpenter. En la literatura fantástica todo era Lovecraft, Tolkien y Howard. Cualquier drama de época centrado en las intrigas cortesanas es ahora juego de tronos. (cualquier día, alguien dirá que “Falcon Crest” era “Juego de Tronos” en la actualidad. El día en que digan que “Yo, Claudio” era “Juego de tronos” en la antigua Roma, cogeré un hacha y saldré en las noticias)

Hay autores que entran en el juego y efectivamente se dedican a llenar sus obras de guiños, a continuar a sus ídolos o a recrear sus temas o tramas en ambientes diferentes. Nada que objetar, no juzgo a los creadores si no a los reseñadores, que no se les ocurre nada más interesante que comentar que a lo que les recuerda un libro o una novela. Lo que les recuerda a ellos, porque muchas veces se empeñan en ver homenajes o influencias a obras que son culturalmente imposibles. Cada persona es la suma de sus influencias. Y de su cultura y su educación, su vida personal, del momento histórico en que nació… Pero sí, es la suma de sus influencias. Especialmente los supuestos críticos, empeñados en compartir SUS influencias, que no las del autor de la obra que reseñan.

Por supuesto que yo no estoy libre de ese pecado. Esta diatriba a venido al caso porque estoy leyendo “Herederos del tiempo” de Adrian Tchaikovsky. Cuando empecé a leer pensé: La historia de una civilización de arañas inteligentes, en paralelo con unos humanos con problemas de supervivencia… ¡Esto es “Un abismo en el cielo”!. Aunque empañado por los años, tengo un magnífico recuerdo de esta novela de Vernor Vinge, pero “Herederos del tiempo” no tiene nada que ver con ella. Lo que más recuerdo de “Un abismo en el cielo” era la historia de los humanos y el concepto del “enfoque” mientras que en “Herederos del tiempo” lo mejor es la parte de las arañas.

Luego pensé: la historia de una civilización alienígena. Eso me recuerda a la saga Cheela de Robert L. Forward, al “Crisol del tiempo” de John Brunner, a la novela “Incandescence” de Greg Egan, todavía inédita en España (2019 va a ser otro año sin que se publique nada nuevo de Greg Egan en España ¿Cuántos van ya?). Todas ellas obras que tienen en común que yo no las he leído. Ahora que lo pienso, igual es una temática que no me interesa demasiado.

Pero entonces tuve una revelación. A lo que más me recuerda "Herederos del tiempo”, es al argumento del manga “Terra Formars” (Del que sólo leí el primer tomo y me pareció muy malo, pero no tanto como la lamentable película de Takeshi Miike) ¡Es como si Adrian Tchaikovsky se hubiera empeñado en tomarse el argumento en serio y contarlo bien, cambiando a las cucarachas por arañas!

Cosa que no me planteo ni por un momento. Estas referencias que surgen en mi cerebro, hablan de mí y de mis aficiones, pero no tienen nada que ver con las intenciones o ambiciones de Adrian Tchaikovsky.

Al menos, al volcarlas en este post mis lectores se librarán de encontrarlas en la reseña, cuando la escriba.

Me decía a mi mismo que ya no tenía humor para este tipo de posts ombliguistas que escribo cuando no tengo nada que reseñar, pero se ve que me equivocaba.

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