“Ora:cle” de kevin o'donnell jr




Kevin O'Donnell Jr. supone para mi un enigma. La colección de ciencia ficción de Ultramar publicó dos novelas suyas. Las dos novelas fueron bien recibidas, a juzgar por lo que he podido leer en las reseñas, pero nunca más se volvió a saber de él en España. Es un autor al que nunca se menciona en ningún artículo sobre la ciencia ficción que he encontrado por internet y a lo largo de los años he acabado encontrando muchos. Su entrada en la wikipedia es bastante somera, no se menciona, por ejemplo, cuales son los temas que solía tratar o cuales son sus obras mas famosas. Ninguna de sus novelas ha merecido su propia entrada en la wikipedia. Parece un escritor de ciencia ficción de escasa influencia que no pasó a la historia del género. ¿Qué pudo llevar entonces a Domingo Santos a publicar dos de sus obras? Sospecho que debió de tener un gran éxito, probablemente este “Ora:cle” que estoy reseñando, lo que animó a publicar una novela suya anterior, pero que su tirón popular no acabó de cuajar. O quizá, simplemente, a Domingo Santos le gustaron esas dos novelas.

“Ora:cle” se publicó originalmente en 1984, tenebrosa fecha. El mismo año que se publicó “Neuromante”. El año de la pesadilla Orwelliana, William Gibson y Kevin O'Donnell Jr escribieron sus propios vaticinios. “Ora:cle” sorprende por su fuerza visionaria y su ingenuidad. Presenta un mundo hiperconectado, con unas redes de comunicación asombrosas, con una población dependiente de la tecnología, adicta a la información instantánea, con un alto nivel cultural, desinterés por las cuestiones graves, beligerante para causas intrascendentes, con pereza crónica para las importantes y que jamás abandona los edificios en que reside. Toda la novela transcurre en un mismo edificio y la mayor parte de ella en el mismo apartamento.

El protagonista de la novela, Ael Elochenta (los nombre de los personajes son códigos de números y letras con significado) es un erudito de historia oriental, felizmente casado y apasionado de la jardinería. No es un paria ni un rebelde, es lo más opuesto a lo que solemos encontrar en las novelas de ciencia ficción y es sintomático de la novela. “Ora:cle” es principalmente una sátira, una sátira amable en la que el autor creó un “presente exacerbado” exagerando las tendencias del momento en que la escribió. Unas exageraciones que se han convertido en buena parte de nuestra vida. Sin embargo, no es una obra tecnófoba. Policías y médicos trabajan principalmente a través de robots que dirigen por control remoto y las relaciones que no incumben a los vecinos se hacen a distancia, pero nunca parece que las relaciones se hayan vuelto frías y deshumanizadas por ello. Los personajes no parecen alienados, más bien parecen demasiado humanos, con tendencia a creerse el centro del mundo. A lo largo de la obra hay incluso una revolución que luego se devora a si misma, todo ello sin salir de casa y casi sin violencia.

En el lado ingenuo, bueno, ese aislamiento ha sido impuesto por el gobierno, por problemas con el anhídrido carbónico, en vez de por los propios hábitos de la población. Es un futuro ultra cercano, y sin embargo existe una base en la Luna, los vuelos espaciales son habituales, las compras que se hacen por el equivalente a internet, en vez de llegar casa por mensajero se teletransportan… y la tierra está cohabitada por unos alienígenas con aspecto de pterodáctilo que se niegan a comunicarse con los humanos, excepto para matar a todo aquel que pillan fuera de su casa. Situación interesante pero que no encaja mucho con el tono del resto de la obra.

La narración en tercera persona se complementa con extractos de los titulares de los servicios de noticias a los que tan adictos son los protagonistas, que ayudan a construir mejor el escenario de este mundo futuro y constituyen una especie de microrelatos que transcurren paralelos al devenir de Ael Elochenta . Funcionan bien, pero la letanía de que si quiere saber más pulse aquí y le descontaremos el pago de la cuenta bancaria, termina haciéndose un poco pesada.

Los mayores peros que se le pueden poner a la novela es que los personajes son demasiado caricaturescos (quizá sea intencionado) y que ocurren muchas, muchas cosas. Lo que por un lado es bueno, porque impide el aburrimiento, pero por otro, el interminable desfile de acontecimientos acaba aturdiendo, si la lectura se prolonga durante mucho tiempo. Eso no quita que sea una obra amena y divertida, no de echar carcajadas, pero si de mantener la sonrisa pegada a la cara y que plantea bastantes interrogantes inquietantes a la mente del lector.

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