“Colisión de los mundos” de Robert Silverberg
Un imperio terrestre en plena expansión se encuentra con un imperio alienígena similar. Se envía una delegación diplomática con el fin de evitar una guerra y repartirse el universo.
Esta breve sinopsis recoge el argumento de “Colisión de los mundos”, extraño título al que parecen faltarle pronombres. Es evidente que se trata de una “novelette” más que de una novela, aunque llegara a publicarse como tal. No es la primera vez que reseño una obra de Silverberg de esas característica, ni será la última, toda vez que me estoy quedando sin novelas de este autor que no haya leído ya.
“Colisión de los mundos” tiene toda la pinta de tratarse de un serial publicado por Silverberg en alguna revista a los comienzos de sus carrera. Por su brevedad y porque todo los capítulos terminan con un impactante cliffhanger. Curiosamente, constituye la mayor de sus debilidades, porque más de un capítulo consiste en un largo e insulso prólogo para ese cliffhanger. Un capítulo entero paseando es mucho, sólo para terminar con el primer encuentro entre las dos facciones.
Los lectores que esperen tensas negociaciones o una trama de intriga política, se sentirán decepcionados. La misión diplomática se dirime en apenas un capítulo. La intención de Silverberg no es reflexionar sobre los conflictos territoriales de las potencias en expansión, aunque parecen evidentes las referencias al tratado de Tordesillas, sino escribir una fábula sobre la discrepancia entre las ínfulas de la especie humana, el mito del “señor de la creación” y su auténtica insignificancia en el universo. Como tal, la fábula funciona bastante bien y ofrece al lector interesantes momentos de reflexión, un tanto oscurecidos por la traducción, que, sin ser ilegible, es bastante mala y está llena expresiones y frases que suenan extrañas y, a veces, casi incomprensibles, en español.
Silverberg tiene suficiente oficio y garra para mantener la atención del lector. A pesar de carecer de gran profundidad psicológica, los personajes se alejan lo suficiente del tópico para captar su atención y evolucionan de modo interesante. Por desgracia, con ser corta, a esta novelita le sobran páginas. El último capítulo es, prácticamente irrelevante. Yo diría que “Colisión de mundos” necesita urgentemente de una revisión que le convierta en la novela corta que siempre debió ser.
Esta breve sinopsis recoge el argumento de “Colisión de los mundos”, extraño título al que parecen faltarle pronombres. Es evidente que se trata de una “novelette” más que de una novela, aunque llegara a publicarse como tal. No es la primera vez que reseño una obra de Silverberg de esas característica, ni será la última, toda vez que me estoy quedando sin novelas de este autor que no haya leído ya.
“Colisión de los mundos” tiene toda la pinta de tratarse de un serial publicado por Silverberg en alguna revista a los comienzos de sus carrera. Por su brevedad y porque todo los capítulos terminan con un impactante cliffhanger. Curiosamente, constituye la mayor de sus debilidades, porque más de un capítulo consiste en un largo e insulso prólogo para ese cliffhanger. Un capítulo entero paseando es mucho, sólo para terminar con el primer encuentro entre las dos facciones.
Los lectores que esperen tensas negociaciones o una trama de intriga política, se sentirán decepcionados. La misión diplomática se dirime en apenas un capítulo. La intención de Silverberg no es reflexionar sobre los conflictos territoriales de las potencias en expansión, aunque parecen evidentes las referencias al tratado de Tordesillas, sino escribir una fábula sobre la discrepancia entre las ínfulas de la especie humana, el mito del “señor de la creación” y su auténtica insignificancia en el universo. Como tal, la fábula funciona bastante bien y ofrece al lector interesantes momentos de reflexión, un tanto oscurecidos por la traducción, que, sin ser ilegible, es bastante mala y está llena expresiones y frases que suenan extrañas y, a veces, casi incomprensibles, en español.
Silverberg tiene suficiente oficio y garra para mantener la atención del lector. A pesar de carecer de gran profundidad psicológica, los personajes se alejan lo suficiente del tópico para captar su atención y evolucionan de modo interesante. Por desgracia, con ser corta, a esta novelita le sobran páginas. El último capítulo es, prácticamente irrelevante. Yo diría que “Colisión de mundos” necesita urgentemente de una revisión que le convierta en la novela corta que siempre debió ser.
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