“La tierra errante” de Cixin Liu.


Los compromisos navideños han provocado que se me acumule el trabajo. Tengo varios libros que reseñar y todos son de relatos, curiosamente. El primero de ellos es la cita periódica con Cixin Liu. Después de la tremenda decepción que, para mí supuso, “Esfera luminosa”, la lectura de esta antología ha resultado una grata sorpresa, un reencuentro con el sentido de la maravilla y la imaginación con la que me cautivó Cixin Liu en sus anteriores obras.

Hablemos claro: todos sus defectos como escritor siguen presentes. Los relatos se componen, casi exclusivamente, de “infodumps” (como mola saber inglés) . Los traumas o los problemas emocionales de los personajes, cuando los hay, son expuestos con una indiferencia y una naturalidad que lo mismo podría estar relatando una conversación casual sobre el clima, en un ascensor. Todos los personajes hablan igual y hablan igual que el narrador y, para ser sinceros, su destino trae sin cuidado al lector.

En suma, como escritor, Cixin Liu acumula todos los defectos que los ignorantes atribuyen a la literatura de ciencia ficción.

A cambio, el lector se ve expuesto a unas ideas y conceptos asombrosos. No siempre son originales, he leído otros relatos sobre seres humanos microscópicos y el virus “maldición” fue reutilizado por el propio Liu en el segundo volumen de su famosa trilogía. Tampoco siempre están bien pensados, a veces es fácil encontrar agujeros en sus planteamientos.

Por ejemplo, en el primer relato “La tierra errante”, el que da nombre a la antología. La humanidad tiene que recurrir a la estrategia del caracol para huir de un futuro cambio en la actividad solar, justificándose en que ningún ecosistema artificial es lo suficiente grande para auto sostenerse indefinidamente. Muy bien. Y para ello exponen a nuestro planeta a unas condiciones que lo volverán inhabitable y destruirán todos sus ecosistemas. Brillante.

A menudo, también, resulta bastante ingenuo, casi tontorrón, como en la mencionada historia sobre los hombres microscópicos y en un desconcertante intento de humorismo.

Sin embargo, cuando Cixin Liu acierta, acierta de lleno. Hay momentos en este libro en los que dan ganas de interrumpir la lectura para ponerse a aplaudir. La propia odisea de la “Tierra errante”, la crónica de una civilización subterránea, tan improbable como fascinante, de la colonización del espacio por obreros no especializados, incluyendo un ¡Ay!, ya imposible homenaje a Stephen Hawking, las consecuencias del capitalismo llevado al extremo y del aumento de la longevidad… por cierto, esos dos últimos relatos que he mencionado están interrelacionados y, por algún motivo, la edición de nova los incluye en el orden incorrecto.

En suma, como escritor, Cixin Liu acumula todas las virtudes que amamos los aficionados a la literatura de ciencia ficción.

La lectura, aunque pueda parecerlo, no es nada complaciente con el lector. En estos relatos, raramente sus insulsos personajes encontrarán un final feliz o agradable. Con su habitual indiferencia, Cixin Liu plantea tesis de un pesimismo acojonante. No es el primero que lo trata, pero jamás he visto asumida con tal fatalismo el destino final de toda vida inteligente, como consecuencia del agotamiento de los recursos naturales.

La antología me ha resultado una mezcla de lo mejor y lo peor que puede encontrarse en la ciencia ficción, tan irregular como apasionante.

Aunque en lo literario es mucho peor escritor, sospecho que puedo acabar estableciendo una relación de amor odio con la obra de Cixin Liu que ridiculice la que ya tengo con la de Stanilaw Lem.

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