“El lobo de mar” de Jack London

En mi biblioteca habitual tienen un ejemplar precioso de esta novela, con toda la pinta de estar magníficamente traducido y editado sin una sola errata. Por desgracia, aunque ya hace tiempo que vuelve a estar habilitado el servicio de préstamo, como convivo con una persona de 80 años considero que tengo que elevar mis precauciones hasta el nivel de paranoia Philip K. Dick. No he vuelto a pasarme por la biblioteca y me lo he descargado de internet. 

 Consecuencia evidente: edición infame plagada de erratas. 

 “El lobo de mar” cuenta la historia de un joven de gran fortuna, Humphrey Van Weyden, que jamás tuvo que trabajar para vivir, que, después de un naufragio, es salvado por un barco de cazadores de focas. Su capitán, Wolf Larsen, el lobo del título, tiene la peregrina idea de emplearle como grumete en vez de depositarle en el primer barco con el que se crucen, a cambio de una gratificación. El grueso de la novela es la relación entre estos dos hombres, el joven ingenuo, mimado e idealista y el materialista y brutal capitán, hombre hecho a sí mismo para el que la vida carece de sentido e importancia, que sólo cree en su propia fuerza y voluntad, que disfruta imponiendo a otros hombres. Curiosamente, a los dos personajes les une el amor por la literatura y la poesía. 

 Si tuviera que definir con una etiqueta el género al que pertenece este libro, diría que es una novela de aventuras filosófica. Gran parte de sus páginas consiste en los diálogos entre los dos protagonistas, que resultan, francamente, indigestos, debido a su amaneramiento y a la cursilería de la que hace gala Humphrey, permanentemente superado por Wolf Larsen. Es difícil no dejarse convencer por las desoladoras convicciones del capitán, de no ser porque su consecuencia es que convierte en un infierno la vida de todos los que lo rodean. Y parece disfrutarlo. El contenido de estas conversaciones puede ser hasta apasionante, pero se hacen muy farragosas. 

En algunos momentos aparecen textos que exaltan el lado primitiva de la naturaleza humana, que recuerdan mucho a la obra de Robert E. Howard, para el que sospecho que Jack London debió ser una gran influencia. En ambos autores me resultan ridículas y exageradas. Otros problemas son que la profusión de términos náuticos convierte en incomprensibles muchas páginas y que, en su tramo final, la novela incluye una parte amorosa poco creíble, ñoña y sentimental. 

Pasando por alto estas pegas, lo que queda de la novela es excelente. Wolf Larsen es un creación de un carisma impresionante, que justificaría por si sola que su autor hubiera pasado a la historia y también lo son algunos de sus maltratados marineros. (Estoy pensando en el cocinero). Las páginas que no me han gustado son muchas, pero las que sí son de diez y justifican por completo su lectura. 

Como curiosidad, concluyo comentando que en la novela de Philip José Farmer “El oscuro designio” (el volumen de 3 de la saga del Mundo del Río) el personaje de Peter Jaurius Frigate, en muchos aspectos el alter-ego del propio Farmer, tiene la oportunidad de discutir esta novela con su mismísimo autor.

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