“Caballero de sombras y espectros” de Poul Anderson

 




Debo decir que he disfrutado más de lo que acostumbro en esta serie con esta entrega de las aventuras de Dominic Flandry, aunque creo que es más porque me he acostumbrado a sus defectos que por sus virtudes.

Siendo una saga sin prejuicios, que apuesta honradamente por la acción y la aventura, el arranque de las novelas suele resultar demasiado moroso, quizá sea porque se traten de versiones extendidas de obras mas breves, sé que en algunas si. En esta ocasión, la lentitud inicial se ve paliada por un recurso tan sencillo como eficaz: Flandry forma equipo con Kossara, una bella aristócrata de una planeta situado en los confines del imperio, justo en las fronteras con Merseia, que acaba de ser vendida como esclava después de ser procesada por intentar incitar una revuelta en el planeta Diomedes, a la que los interrogatorios a los que fue sometida han borrado la mayor parte de los recuerdos del último año de su vida. La intriga por lo que esconden esos recuerdos sirve de gancho para mantener la atención del lector durante la primera mitad de la novela y realiza bien su cometido, aunque algunos flashbacks sean un tanto gratuitos.

El planeta Diomedes tiene muchas similitudes con el Talwyn de “Un circo de infiernos” un planeta con grandes desequilibrios de temperatura que fuerzan a sus habitantes a invernar o emigrar. Puede que, a fuerza de inventarse mundos, Poul Anderson empezara a repetirse. Como curiosidad, diré que Diomedes también fue el escenario en el que transcurría la novela de Poul Anderson “Guerra de alados”. La he visto en papel en tiendas de segunda mano. Yo la leí en una versión electrónica, con una traducción tan horrorosa que hace buenas las de la saga Flandry.

Hablando de traducciones … En la página 134 se traduce literalmente “memory” como “memoria”, en lugar de como “recuerdo” lo que le quita bastante sentido a un párrafo. Por lo demás, reconozco con alivio que la mayoría de los falsos amigos han desaparecido, no hay tipos “sensibles” ni se se realizan “sugestiones”. Aún así, los adjetivos preceden a los sustantivos demasiado a menudo y los diálogos resultan antinaturales, sobre todo cuando hablan de política y conspiraciones, pero bueno, el reto intelectual de intentar descifrar que es lo que decían realmente los personajes en la versión original se ha convertido en uno de los alicientes de esta saga.

El lector habitual de la misma encontrará las características ya habituales: descripciones tan brillantes como grandilocuentes de paisajes y cielos, buena mano para la ambientación, evocadoras y detalladas recreaciones de los mundos que transita su héroe y las sociedades y costumbres de sus habitantes. Aunque una o dos veces me han resultado algo cargante, como si Anderson siguiera una plantilla o se propusiera engordar la novela a fuerza de descripciones.

También es característica la benevolencia con la que contempla los abusos de los estados poderosos. No debería sorprenderme, la filosofía de la saga es que, lo único peor que los grandes imperios, es el caos que sucede a su caída. Flandry es una figura trágica que lucha por retrasar unas pocas décadas la Larga Noche que sabe a punto de caer sobre la humanidad, defendiendo un imperio cuya decadencia sabe inevitable. No es de extrañar pues, que los abusos de poder, torturas y asesinatos que cometen las fuerzas del orden sean siempre obra de agentes infiltrados de una potencia extranjera. Son las reglas de la saga y no puedo decir que me ofendan, pero me aterra la irresponsabilidad de la mentalidad que subyace bajo ellas.

La mayor pega de esta novela es que, como en “Los mundos rebeldes”, Flandry se enamora. Si el personaje ya no me convence cuando Anderson se esfuerza por mostrarle como una alegre “canalla encantador”, cuando se enamora es absolutamente insoportable. Terrible lo cursi y ñoño que puede llegar a ser.

El final de la novela dejará helados a los que se acerquen a la lectura de “Caballero de sombras y espectros” esperando un poco de diversión Campbelliana, con un héroe conquistador invencible, que sale indemne de todas las situaciones y se aleja hacia el crepúsculo con su dama cogida del brazo. El final es digno de una tragedia. El pago que Flandry tiene que pagar por sus acciones es …, bueno, mejor no hacer spoilers. Leí en una ocasión que los héroes “andersonianos” son personas que, por los mejores motivos, cometen los peores actos y luego tienen que vivir con ellos. Esta novela es un buen ejemplo. Algunas escenas dramáticas están muy forzadas, muy teatrales, lo que les quita fuerza y credibilidad, pero, aún así, es un final tan deprimente que eleva inmensamente la la valoración final de la novela.

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