“Odisea” de Javier Negrete


 

Javier Negrete realiza una interesante revisión de la obra de Homero en esta novela, basándose en los múltiples fragmentos de “La Iliada” y ”La Odisea” en los que los dioses se apoderan del cuerpo de un mortal y le instigan valor, o miedo, o furia; espolean su ingenio y les dotan momentáneamente de una fuerza o una rapidez extraordinaria. Javier Negrete convierte estos momentos en auténticos casos de “posesión infernal”, en los que los dioses toman por completo el control de los humanos y se sirven de ellos como si fueran sus juguetes.

Llevado por su odio hacia Atenea, que ha ejercido su domino sobre él desde la infancia, Odiseo es aquí el enemigo de los dioses, decidido a traer la libertad a la humanidad a toda costa.

La novela se compone más o menos de tres partes.

La primera la podríamos llamar “las mocedades de Odiseo”, cuenta el inicio de su relación con Atenea y de su inquina contra las dioses.

La segunda sería una rápida revisión de “La Iliada” desde el punto de vista de Odiseo, con, menos atención a las batallas y más a su relación con Aquiles.

Y la tercera sería, propiamente, la versión de Javier Negrete de “La Odisea”, en la que inventa una realidad oculta tras el relato que Odiseo hace a los feacios en el poema de Homero. Este relato resultará ser una mezcla de medias verdades y falsedades, que enmascara las verdaderas intenciones de Odiseo durante sus viajes.

La urdimbre de la novela está bien tejida, Javier Negrete inserta sus aportaciones entre los huecos de los poemas de Homero, sin llegar a contradecirlos expresamente. Odiseo visita las mismas islas en el mismo orden y tiene los mismos encuentros, aunque a veces estos no sean exactamente como los relató Homero y a veces descubramos que ocurrieron más cosas que las que parecían a simple vista.

La habilidad narrativa de su autor se mantiene en plena forma. “Odisea” es una novela muy fácil y agradable de leer, en la que, en su parte final, cuando se aparta definitivamente de lo narrado por Homero, el autor deja correr su imaginación desbocada, en un desenlace espectacular, casi propio de una historia de superhéroes que tiene lugar en un escenario sobrecargado de sentido de maravilla.

Y, sin embargo, me ha resultado menos satisfactoria que otras novelas de Javier Negrete. Esa insatisfacción, puramente personal, se debe a que continuamente crea expectativas que luego defrauda.

Nada más empezar la novela, asistimos al encuentro entre Orfeo y un Odiseo niño. Orfeo le dice que le busque cuando crezca. Inmediatamente pienso que la novela incluirá, si ya no la búsqueda, una escena en la que se reencuentren y en la que Orfeo empiece a adoctrinarlo. Nada más lejos de la realidad. En la novela, Orfeo es una especie de mentor para Odiseo, sus enseñanzas le son vitales, pero jamás se nos narra el reencuentro y la instrucción, muy por encima.

En otras partes, Javier Negrete parece empeñarse en poner el foco en los aspectos menos interesantes de la trama. Dedica bastante tiempo a la preparación del ardid del caballo de Troya, pero no a su ejecución y solo se dan un par de pinceladas de la caída de la ciudad. Por el contrario, se cuentan con todo lujo de detalles las exequias de Patroclo. Igualmente dedica un tiempo, a mi parecer, desmesurado, para el encuentro entre Odiseo y Nausícaa (no me vale que Homero hiciera exactamente lo mismo) y a la descripción de ciudad de la princesa, en la que Odiseo apenas recala. A esta sensación contribuye el artificio elegido para relatar los viajes de Odiseo: La noche después del banquete, éste relata a la reina Arete la verdad de lo ocurrido. La nueva “Odisea” se convierte en una conversación, punteada de flashbacks con las escenas más importantes, en ocasiones narradas con lo que me ha parecido desgana.

Es la decisión de Javier Negrete, una narración secuencial y detallada podría haber dado para una trilogía, o un libro enorme, difícil de publicar y de leer. Quizá, después del esfuerzo enorme que debió suponer la escritura de “El espartano” Javier Negrete no se vio con fuerzas de afrontar una obra mayor. O quizá no tuviera nada que ver y planeara la obra así desde un comienzo. Los preferencias de un lector no tienen porque coincidir con los de un escritor. La estructura narrativa elegida aporta dinamismo y agilidad, pero a costa de eliminar cualquier implicación del lector en lo narrado. Para mi gusto, la ventaja de la literatura sobre otras artes narrativas, es su capacidad de sumergir al lector en otras vidas, otras realidades. Quiero tener la sensación de que vivo la historia que estoy leyendo, no la de que me la están contando. Odio que me la cuenten. Y en esta ocasión, durante buena parte de “Odisea” he tenido la sensación de que me la estaban contando.

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