“La carta 44 1: Velocidad de escape” de Charles Soule y Alberto Jiménez Alburquerque



Este cómic cuenta como el recién elegido presidente de los estados unidos encuentra en su mesa del despacho oval una carta de su predecesor en la que le informa de que siete años atrás, la NASA detectó un artefacto de origen extraterrestre en el cinturón de asteroides, una nave o una estación espacial, que se envió una nave a investigar y que ésta está a punto de llegar.

A partir de aquí, la narración se estructura en dos líneas paralelas, la que cuenta la historia del presidente y la que cuenta las peripecias de los astronautas.

La publicidad intenta relacionar la obra con “Expediente X”, “Contact”, “Gravity” o “El marciano”. Creo haber leído en algún sitio a Charles Soule definiéndola, con mucho más acierto, como una mezcla entre “Cita con Rama” y “El ala oeste de la casa blanca”.

A juzgar por la reacciones que he leído en Internet, el cómic ha sido muy bien recibido por su público potencial. El guionista se gana el corazón de los aficionados ala ciencia ficción con un par de nombres bien elegidos: la nave de la NASA se llama “Clarke”, el módulo de exploración “Bowman”. Con la ayuda de su socio, el dibujante español Alberto Jiménez Alburquerque, nos regala con una sorpresa muy bien ejecutada en el primer capítulo. Por desgracia muy poco más puedo decir de bueno.

La trama que transcurre en el espacio es muy tópica, poco interesante y en ningún momento consigue atrapar la atención del lector, fuera por algunos detalles curiosos de las relaciones entre los astronautas, sus relaciones sexuales y una sorpresa interesante con la que se cierra el volumen.

La trama sobre el presidente de los estados unidos es tan apasionante como decepcionante. Uno piensa que utilizar como protagonista al mismísimo cabecilla de la nación más poderosa del mundo serviría para especular sobre el enorme impacto que la revelación de vida extraterrestre más avanzada que nosotros y en nuestro propio sistema podría tener sobre el mundo, la de crisis políticas, económicas, culturales y religiosas que podría desencadenar. En lugar de ello, Charles Soule desaprovecha su propia idea para endilgarnos una trama conspirativa mecánica y repetitiva, que no llega a la suela de los zapatos a los peores momentos de la ya mencionada “Expediente X”, con lo que no pretendo ensalzar la serie de televisión, sino denigrar el comic.

El dibujo de nuestro compatriota, tosco y caricaturesco, no ayuda en lo más mínimo. Hay dibujantes muy espectaculares y otros que son grandes narradores. Los hay que dibujan muy bien las máquinas, o los paisajes, o son maestros de la anatomía. Que son geniales en las escenas de acción, o que son capaces de dar a sus personajes una gran expresividad, Alberto Jiménez Alburquerque todavía no sé en lo que es bueno y no muestra una especial sintonía con Soule que haga que el resultado final supere la suma de sus partes.

En resumen, una idea muy atractiva, desarrollada del peor modo posible. Queda por ver si mejorará en sucesivos volúmenes, como parte de una historia mayor, que solo pueda juzgarse con justicia en su totalidad, o al menos cuando vaya por la mitad, pero si esto fuera el episodio piloto, no sé yo si produciría la serie.

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