"Voces remotas en Albión" de Víctor Conde


La recepción de una transmisión de origen extraterrestre va camino de convertirse en un tópico del género. Ya se han escrito varias novelas y relatos. Quizá el más famoso sea “Contacto” de Carl Sagan, aunque, para mi gusto, la obra que mejor desarrolla el tema sea “La voz del amo” de Stanislaw Lem. Puede parecer extraño, a tenor de mi reseña. No me entiendan mal, me sigue pareciendo un muermo pretencioso, mucho más vacío de lo que la gente cree, pero, aún así, me parece la obra que mejor desarrolla el tema.

En “Voces remotas en Albión” Víctor Conde se une a esta tradición. En ella, la transmisión golpea toda la Tierra, abarrotando los discos duros de todos los ordenadores con datos incomprensibles y afligiendo a algunos humanos con una nueva enfermedad, que les hace especialmente sensibles a las ondas electromagnéticas.

La novelita sigue los esfuerzos de algunos de los investigadores del fenómeno. La creatividad que atesora esta obra sobrepasa de largo su extensión. Los conceptos que engloba son pasmosos y fascinantes. Su tamaño y su cuantía es tal, que no da para mucho más que su enumeración. No, desde luego, para un desarrollo dramático que vaya mas allá de una serie de conversaciones y algún experimento.

No es algo malo, muchas obras de ciencia ficción de la edad dorada cojeaban del mismo pie y, por contra, la prosa de Víctor Conde es bastante mejor, aunque en ocasiones su estilo no me haya resultado adecuado. Es una obra que promete revelaciones asombrosas y las cumple, la recordaré con sumo agrado.

Sólo hay un par de cosillas que me enervan. Una es que la gran revelación final sobre la naturaleza de la transmisión llega al protagonista… pues eso, como una revelación. Si, en medio de un experimento, supuestamente científico, bastante absurdo y cuya necesidad se justifica de un modo un poco rebuscado, pero no dista mucho de una visión divina o provocada por el peyote.

Y otra es el “como”. En ningún momento Víctor Conde llega a justificar como la transmisión produce los efectos que produce sobre sus habitantes y sus máquinas. Miento, en medio de la revelación lo hace, si: enumera un par de “palabros” y luego jura y perjura que no es tecnojerga. Ya. Quizá la mayor demostración de talento del autor sea que el lector no sea consciente del pedazo de esfuerzo que ha exigido a la “suspensión de incredulidad” del lector, hasta que este termina la lectura.

O casi.

Comentarios

  1. Interesante. Y su brevedad más aún. Por cierto, para novelas imprescindibles que incluyen transmisiones extraterrestres, "Y mañana serán clones" de John Varley, en su título original "Ophiuchus Hotline" (!!!), parte de su serie de los ocho mundos. Conceptos chiflantes con función dramática. Qué grande fue Varley.

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  2. Hola Alberto, me alegro de volver a verte por aquí. Me preocupaba que pudieran haberte afectado las inundaciones. Es la segunda vez que te oigo hablar de lo bueno que era John Varley. Hasta ahora sólo recuerdo haber leído "La persistencia de la visión" y es verdad que flipé. Tendré que investigarlo, aunque no me gusta la pinta de sus últimos trabajos. Una cosa, me dirijo ahora a todos mis hipotéticos lectores, ayer escribí la reseña a toda prisa, la publiqué, apagué el ordenador y me acosté. ¿No podría alguien haberme avisado de que no había puesto el título del libro?

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  3. Ostras, pues ni me había fijado en la ausencia el título, al poner la portada del libro no se nota. Lo que ha escrito Varley después de Playa de acero no me ha gustado nada. En Dream of Elvex se ha comentado algo. La Persistencia... y toda su narrativa corta de los 80 me parece maravillosa. Y gracias por preocuparte, pero siempre ando por aquí aunque no comente. Las aguas no llegaron tan alto!

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