“El zoo de papel y otros relatos” de Ken Liu


Mi primer contacto con Ken Liu fue precisamente el cuento que da título a esta antología, publicada en el primer volumen de las antologías de ciencia ficción contemporánea “Terra Nova”. Si la lectura todavía fuera capaz de hacerme llegar a las lágrimas, ese relato lo hubiera conseguido.

Desde entonces sólo había leído otro relato suyo, incluido en “A la deriva en el mar de lluvias y otros relatos”.

Estas dos piezas breves bastaron para convertirme en su rendido admirador. Ken Liu es un maestro del relato, dotado de un inmenso talento tanto para los relatos de ciencia ficción hard y las distopias como para los que versan sobre los sentimientos humanos (¿no lo son todos, en el fondo?) Su estilo es claro, engañosamente sencillo y muy versátil. En muchas de sus historias hay una fuerte presencia de la cultura oriental, generalmente china, pero también japonesa. La memoria del pasado, la importancia de no olvidar el sufrimiento sobre el que está construido nuestro presente, parece una de sus obsesiones (“breve historia del túnel transpacífico”, “El maestro de litigios y el rey mono”, El hombre que puso fin a la historia: documental )

El sentido de maravilla que destilan “Acerca de las costumbres de elaboración de libros en determinadas especies” o “Las olas” es apabullante. También lo es en “Manual comparativo ilustrado de sistemas cognitivos para lectores avanzados” que funde la ciencia ficción hard con los cuentos para niños y un conflicto entre padres muy humano. Ken Liu puede viajar hasta los mas remotos confines del espacio tiempo o a las profundidades de la historia y el folclore chinos, pero, sean astronautas, deidades venidas a menos o detectives privados cyberpunk, hay en sus personajes un fondo muy humano y reconocible.

Se me ocurre poco que comentar, en este caso, los relatos hablan por si mismos.

Si he de quejarme de algo, que es mi vicio favorito, lo haría de “Todos los sabores”. Esta historia sobre los emigrantes chinos en el lejano oeste, se me hizo demasiado larga y, aunque el final quede en suspenso y deja entrever muchas posibilidades de un final feliz, lo encontré muy parecido a “El literomante”. Me explico, aunque los dos tratas de cosas muy distintas, en ambos aparece la relación entre una niña de estados unidos y un chino de gran carisma que la inicia en el conocimiento de su cultura. Hay muchas más cosas en los dos relatos, pero encontrarme ese hilo tan similar, después de tan poco tiempo me rechinó mucho.

Nada demasiado importante, la verdad. Resumiendo, “El zoo de papel y otros relatos” es una antología muy recomendable.

Por último, añadiré que el relato que más me ha marcado ha sido “El hombre que puso fin a la historia: documental “ y ya es difícil que una historia marque a un lector tan encallecido como yo. Contado como si fuera el guión de un documental, no cabe duda de que es un relato bastante denso, pero todos y cada uno de los temas que trata son de una profundidad que abruma y no soy de los lectores obsesionados con la profundidad, pero sé reconocerla cuando la encuentro. Con los temas y puntos de vista expuestos se podría haber escrito un novelón de mil páginas. La tragedia del protagonista, relatada por diferentes testigos, es conmovedora. La especulación central es fascinante. Las reflexiones sobre la interpretación de la historia y los historiadores son muy interesantes y es tremendo el modo en que Ken Liu es capaz de adoptar diferente puntos de vista y exponer argumentos muy convincentes para cada uno de ellos. Tampoco se quedan atrás las reflexiones sobre la actitud de China y Japón hacia su pasado durante la II guerra mundial.

Pero lo que mas me ha perturbado, es que yo nunca había oído hablar del Escuadrón 731. Hasta cierto punto, todavía estoy conmocionado. Me ha resultado increíble que jamás me hubieran llegado noticias de tal horror, una monstruosidad tan grande que, si la hubiera visto en una película, me hubiera parecido una exageración de mal gusto, probablemente me hubiera cabreado, porque hubiera pensado que era una trivialización del sufrimiento de las verdaderas víctimas de la guerra, en el altar del torture-porn. Y sin embargo ocurrió. ¿Cómo puede un ser humano llegar a tales extremos de crueldad y como puede haberse ocultado algo así al público? Hace que me pregunte cuantas otras atrocidades pueden seguir ocultas, cuantas puede que estén sucediendo ahora mismo.

Comentarios

  1. Me encantan los relatos de Ken Liu y esta antología es una joya. Tengo pendiente la primera de sus novelas, pero me da cierta pereza.
    Yo descubrí las atrocidades de los japoneses en China viendo una película sobre el escuadrón 731, con los amigotes cuando éramos adolescentes, rollo película gore. Lo pasamos fatal y creo que no la terminamos. Luego leyendo cosas sobre la segunda guerra mundial descubrí que no era ficción y me quedé muy jodido.

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