Esta si que es la reseña de "Luna ascendente" de Ian McDonald



Ahora que ya me he desahogado, debería hablar de lo que me ha parecido la novela. Pues en cuanto al disfrute, me lo he pasado muy bien con ella, ha logrado engancharme de mala manera, sobre todo hacia el final, pero eso no es una opinión objetiva.

En el aspecto técnico, sin embargo, le he encontrado problemas de ritmo, demasiado moroso al principio y demasiado precipitado al final. ¿Era realmente necesario dedicar tanto espacio a la instalación de las conducciones del agua en el barrio alto? Incluso la relación entre Alexia y Denny resulta bastante irrelevante, al final.

Aparte de eso, está lo que ya reconozco como costumbre de Ian McDonald de abandonar a los personajes que habían sido importantes en anteriores entregas, para frustración del lector enganchado que quiere saber que ha sido de ellos. Sin en “Luna de lobos”, Marina Calzaghe ya importaba poco, en “Luna ascendente”, directamente estorba. Apartada del escenario de la trama principal, sus capítulos (que son pocos y se dejan leer, lo reconozco) interrumpen el desarrollo de esta y no la influyen para nada. Para bien o para mal, Lucashino, al que, de puro irritante, había llegado a coger cariño, era un personaje fundamental de la serie. En “Luna ascendente” es una pieza vital del argumento, pero por culpa de los acontecimientos de la anterior entrega de la saga, es un sujeto pasivo, que no interviene voluntariamente en nada y que siempre es visto a través de los ojos de los demás, sin capítulos que transcurran desde su propio punto de vista. Su padre, Lucas, casi el personaje principal de la serie, atrapado por sus compromisos con los terrestres, prácticamente desaparece hasta el desenlace de la novela. Incluso los personajes que si tienen capítulos propios, están algo perdidos durante la primera mitad, como es el caso de Alexia, que parecía que iba a ser súper importante en “Luna de lobos”, pero que en “Luna ascendente” lo único que hace es pasearse de un lado a otro de la luna, quizá asumiendo las funciones del personaje de Marina Calzaghe en “Luna nueva”. Y lucir modelitos.

La notable excepción a esta regla es Ariel. “Luna ascendente” es la novela de Ariel, en la que la abogada coge las riendas de su familia y del destino del satélite de la Tierra.

Todos estos defectos ocupan la primera parte de la novela. Sin llegar a los extremos de nuestro José Antonio Suárez, ya he dicho que el desenlace me parece algo precipitado, o mejor dicho, los desenlaces me parecen algo precipitados, pero ocurren tantas y tantas cosas en la parte final, que uno está demasiado entretenido como para echar en cara a McDonald sus deslices. Deslices como deshacerse de algún personaje importante sin que se vea, en un atentado catastrófico descrito rutinariamente en apenas media página.

La novela contiene fragmentos en los que las distintas familias exponen sus planes o sueños para el futuro de la Luna. Los pasajes de los Vorontsov y los McKenzie me han encantado. Quizá no sean innovadores, tal vez ni siquiera sean creíbles, pero el modo en que McDonald los expone consiguió dejarme con la boca abierta. Por supuesto eso es personal. La construcción del escenario (el worldbuilding) sigue siendo pasmosa y el principal logro de la trilogía. Ya no impacta tanto, evidentemente. Muchos de sus parajes ya fueron adecuadamente descritos en los tomos precedentes, pero McDonald supo guardarse algunas cartas en la manga.

Más que las descripciones de los paisajes lunares, o los hábitats, lo que me gusta de McDonald es la naturalidad que consigue dar a sus parajes. Puede estar describiendo simplemente unos túneles excavados en las rocas, pero añade cosas como la música que escuchan los habitantes, sus bebidas, sus subculturas, el modo en que pasan el rato, sus leyendas urbanas, ¡las estatuillas de santos que adornan las paredes! Con todos estos detalles logra dar una sensación de vitalidad que otorga a la serie su propio encanto. Encanto que juega a su favor en este tercer volumen. El lector que haya llegado hasta aquí, ya se siente a gusto en la luna de Ian McDonald, se ha convertido en un lugar que le gusta volver a visitar. Una tierra media. Un Arrakis.

 Aunque, por supuesto, siempre sería posible hacer más y más continuaciones, “Luna ascendente” es una conclusión digna, que deja la mayor parte de los cabos atados y concluye los arcos argumentales de cada uno de los personajes. El final de la historia… aparentemente.

Me hubiera gustado conocer mejor a los tres ancestros. 

Comentarios

  1. Yo he leído con agrado pero sin entusiasmo las dos continuaciones de la primera novela. Desde luego en mi memoria la que queda es Luna Nueva.

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    1. Hola Alberto. En este tipo de series, la primera siempre es la que más impacta, porque es la que presenta el mundo en el que transcurre la historia. A mi también es el que me ha dejado mejor sabor de boca, aunque no tengo objeciones al segundo y al tercero, que me han tenido muy enganchado. Solo espero que Ian McDonald se plante con este libro y no me haga coger manía a los selenitas. (Ya ha publicado una novela corta)

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