“La cosecha del centauro” de Eduardo Gallego y Guillem Sánchez.



Antes de empezar a comentar esta novela, me van a permitir que me ponga un poco nostálgico. Creo que empecé a oír hablar de la obra de Eduardo gallego y Guillem Sánchez en mis últimos años en la facultad. Estoy seguro de por aquel entonces me conectaba a Internet con un moden y que todavía no conocía las siglas ADSL. La información que obtuve de Eduardo Gallego, Guillem Sánchez y la saga Unicorp era fragmentaria y contradictoria. Trabajaban mucho, tenían sus fans dentro del mundillo y también críticos acerbos que se cebaban en su baja calidad literaria. Por aquel entonces, sus novelas se vendían por correo, lo que, en aquellos momentos, suponía que el acceso a ellas me estaba vedado. Pasaron los años. En algún momento posterior, leí “Dario” en el serial del Sitio de Ciencia Ficción. La encontré amena, pero no puedo decir que me enamorase. Aún así, mi curiosidad permaneció y, cuando apareció publicada “La cosecha del centauro”, me abalancé sobre el mostrador de la Fnac para apoderarme de él.

Luego, como suele ocurrir, me olvidé del libro por completo.

Han pasado diez años, el tiempo medio que parece que necesito para desempolvar los libros de mi pila de lecturas. En ese tiempo, la saga “Unicorp” ha llegado a Amazon, lo que, de momento, todavía la mantiene fuera de mi alcance, porque no soporto sus tácticas monopolistas, ni que sus ebooks no puedan leerse en mi baqueteado y amado eReader de Sony. Me he aficionado al sitio de Eduardo Gallego y a sus magníficos post sobre ciencia y pseudociencias y he leído la magnífica “Dar de comer al sediento”. Obra que, por cierto, pisoteó y dejó malheridas para siempre mis pretensiones literarias.

“La cosecha del centauro” es bastante menos humorística. Cuenta la búsqueda de una civilización alienígena a lo largo de los años luz. El argumento es algo típico, pero desarrollado con bastante originalidad.

Al igual que las reseñas que leí de la saga “Unicorp” durante mis años mozos, la lectura de “La cosecha del centauro” me ha producido sensaciones contradictorias. Sus puntos buenos son innegables: nunca paran de ocurrir cosas, por lo que es imposible aburrirse, rebosa de imaginación y “sense of wonder” (si no uso esa expresión en un post sobre ciencia ficción, reviento) y contiene algunas especulaciones muy interesantes, sobre todo en lo que se refiere a la biología.

Pero todas esas virtudes se ven lastradas por un descuido imperdonable en los aspectos formales. Jamás he visto batallas tan desesperadas, contadas con tanta torpeza y desgana. No sé, me da la sensación de que los autores han intentado optar por la sencillez y la transparencia como opción estilística. Si es así, aplaudo sus intenciones, pero no sus resultados. Los momentos de acción carecen de emoción y la interrelación entre los personajes, de interés, a pesar de que estos no son ni más ni menos profundos de lo habitual en el género. La historia de amor, es penosa. Sólo salvaría algunos diálogos, que resultan divertidos por la utilización de expresiones castizas.

Lo que cuenta “La cosecha del Centauro” es interesante. Como lo cuenta, no.

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